Page 238 - Memoria del Congreso Hacia un objetivo cultural en la Agenda de Desarrollo Sostenible
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Dra. Elva Rivera Gómez
En ese sentido, retomando los datos del ENDIREH, nos damos cuenta
de que la situación en nuestro estado de Puebla es preocupante. La pre-
valencia de diferentes tipos de violencia contra las mujeres en 2020-2021
es la siguiente: violencia psicológica, 27.8%; violencia física, 8.7%; violencia
sexual, 20.6%; y, por último, violencia económica, 16.4%. Aunque solo fue-
ra el 1%, esto debe preocuparnos, ya que debemos erradicar todo tipo de
violencia en nuestro estado. Después de la declaratoria, la pandemia y la
pospandemia, debemos reflexionar sobre lo que no hemos hecho como
sociedad civil, como instancias o instituciones de educación superior y
como instituciones gubernamentales. Debemos cuestionarnos qué nos
falta para ejercer una ciudadanía plena si queremos cumplir con el ODS 5.
Nuestra universidad atiende a nivel de bachillerato, licenciatura y pos-
grado; por ello, nuestra atención debe centrarse en los ámbitos de la vio-
lencia escolar en el estado de Puebla. Siguiendo con la ENDIREH, las mo-
dalidades de violencia ejercidas contra la población femenina de 15 años
y más, en los últimos 12 meses, son las siguientes: 15.8% violencia escolar,
20.4% violencia laboral, 19.9% violencia comunitaria, 10.6% violencia familiar
y 21.4% violencia de pareja. Si nos enfocamos en el tipo de violencia que
se presenta en las escuelas, observamos que la violencia física represen-
ta un 18.1%, y la violencia psicológica, un 11.6%. Los principales agresores,
en el caso de Puebla, son compañeros de salón (55.7%), la planta docente
(14.1%) y personas desconocidas (16.6%). La violencia, en todas sus formas
y modalidades, no solo ocurre en las calles, sino también se reproduce en
las escuelas. Esto nos lleva a cuestionarnos qué debemos hacer como ins-
titución educativa en este aspecto. En el estado de Puebla, tenemos una
tarea de corresponsabilidad: educar para la paz. Cuando nos planteamos
la pregunta de cómo podemos educar para la paz, descubrimos que estos
temas están ausentes en la mayoría de los planes y programas de estudios
a nivel universitario. Si acaso se abordan, es en el área de humanidades y
ciencias sociales, y solo en el primer semestre.
Como instituciones de educación superior, debemos repensar cómo in-
cluir estos temas, no solo como parte del currículum formal, sino también
como parte de la currícula y de los ejes transversales en los planes y pro-
gramas de estudio de todos los niveles que se ofrecen. En nuestro caso,
estamos implementando estas acciones a nivel bachillerato, nivel superior
y posgrado. No es una tarea fácil, ya que enfrentamos fuertes resistencias y
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