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Gabriel Tolentino Tapia



        9. Los eventos y el «alma» de la comunidad


        Con objetivos pedagógicos, lingüísticos, biográficos, políticos, recreativos, cultura-
        les, económicos o religiosos, los eventos forman parte de las estrategias de hacer
        lugar. Los he considerado como un apartado independiente porque de estos subya-
        cen distintas dimensiones que merecen discernirse, pero antes vale la pena abrir
        un paréntesis para señalar que originalmente, pensando en realizar etnografía con
        determinadas agrupaciones, no había considerado el acudir a los eventos que dife-
        rentes actores organizan. Una vez inmerso en la vida de la comunidad, la «fuerza
        de atracción» me llevó inevitablemente a asistir a sus eventos, especialmente en la
        Ciudad de México, pero en algunas ocasiones también en otras entidades del país.


               En el año de trabajo de campo participé en cerca de dieciocho eventos, ade-
        más de aquellos organizados en particular por los grupos con los que realicé et-
        nografía con mayor detenimiento (IncluSor, la pastoral católica, la congregación de
        los Testigos de Jehová y los vagoneros del Metro). Desde mi punto de vista, por los
        motivos que pretendo expresar, los eventos poseen un valor cardinal para la repro-
        ducción de la vida comunitaria por varios motivos que a continuación expondré.

               Reactualización de la memoria sobre el origen común. El centro de la Ciudad
        de México es un lugar que constituye el origen de la misma comunidad. Es un sitio
        caleidoscópico que mezcla, entre otras cosas, la memoria prehispánica y lo moder-
        no, así como algunas de las sedes del poder político y económico del país. Dado su
        significado simbólico, suele ser una y otra vez el escenario de múltiples manifesta-
        ciones sociales, políticas, económicas y culturales. Como he señalado, este centro
        también se asocia vigorosamente al surgimiento de la comunidad Sorda en México.


               El miércoles 28 de noviembre de 2018, más o menos desde las 10 de la ma-
        ñana comenzaron a congregarse personas Sordas en el conocido Hemiciclo a Juárez.
        Ubicados en dicho monumento, nos disponíamos a participar (yo por primera vez)
        en la conmemoración del «Día nacional del Sordo», un acto ritual que se realiza cada
        año. 103  Al evento acudieron estudiantes y profesores de algunas escuelas para per-

        103   En 2017 las comisiones de atención a grupos vulnerables y de estudios legislativos de la cámara de diputados decreta-
            ron el 28 de noviembre como el Día nacional del sordo. Aun sin ese reconocimiento, la comunidad ya lo conmemoraba
            desde varias décadas atrás. En un evento en la cámara de diputados en octubre de 2019, organizado por el Movimiento
            en Defensa de la Educación Bilingüe (MEBISOR), al que tuve oportunidad de asistir, la comunidad reclamaba la falta de
            consideración para tomarlos en cuenta en el decreto. Una de las inconformidades se debía a que la palabra «personas»
            no estaba incluida en el nombre de la fecha conmemorativa. Desde su perspectiva lo ideal es que se denominara: «Día
            nacional de las personas Sordas».

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