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CAPÍTULO III
Geografía Sorda
En Ersilia, para establecer las relaciones que rigen la vida de la ciudad, los habitantes tienden
hilos entre los ángulos de las casas, blancos o negros o grises o blanquinegros, según indiquen las
relaciones de parentesco, intercambio, autoridad, representación. Cuando los hilos son tantos que
ya no se puede pasar por en medio, los habitantes se marchan: las casas se desmontan; quedan
sólo los hilos y los soportes de los hilos. Desde la ladera de un monte, acampados con sus enseres,
los prófugos de Ersilia miran la maraña de los hilos tendidos y los palos que se levantan en la
llanura. Y aquello es todavía la ciudad de Ersilia, y ellos no son nada. Vuelven a edificar Ersilia
en otra parte. Tejen con los hilos una figura similar que quisieran más complicada y al mismo
tiempo más regular que la otra. Después la abandonan y se trasladan aún más lejos con sus casas.
Italo Calvino, «Las ciudades invisibles».
1. El «lugar» de la comunidad Sorda
Considerando que el trabajo de campo con la comunidad Sorda implicaría interac-
tuar a través de la Lengua de Señas Mexicana (LSM), decidí tomar algunos cursos.
Años atrás había participado en uno básico, pero el nivel y la falta de práctica me
colocaban en un lugar de difícil competencia lingüística. Por lo tanto, en marzo de
2018, medio año antes de comenzar formalmente la práctica etnográfica, retomé los
cursos, aunque fue una actividad que realicé durante todo el año de trabajo de cam-
po. De hecho, esta actividad me permitió establecer contacto con dos de los grupos
que formaron parte de la investigación.
Aprender señas por medio de esta modalidad formal era loable, pero, como
en general se sostiene dentro de la comunidad, la mejor manera es interactuando con
sus integrantes. Posteriormente comprobé esta reiterada afirmación. La socialización
permite no sólo integrar más señas al acervo lingüístico personal, sino que las provee
de un aprendizaje contextual. Lo cierto es que, aun participando en cursos e interac-
tuando con la comunidad, un año fue insuficiente para terminar de aprender LSM.
En IncluSor A. C., mi primera experiencia de encuentro ocurrió justamente
por medio de las clases de LSM. Comencé a asistir un día a la semana a sus instala-
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