Page 162 - Memoria del Congreso Hacia un objetivo cultural en la Agenda de Desarrollo Sostenible
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Intervención de la Dra. Mariana Durán Márquez
a educación nos concierne a ab-
Lsolutamente todas las personas.
Pensemos en el momento en que
nacemos y la relación que estable-
cemos con nuestros cuidadores y
nuestro círculo familiar: hermanos,
tíos, abuelos y abuelas; nuestro cír-
culo de amistades, la primera vez
que vamos a la escuela o al kínder;
todas estas son experiencias educa-
tivas que están íntimamente rela-
cionadas con la cultura. Pero, ¿qué
pasa cuando intentamos definir es-
tos dos conceptos?, ¿cuál es la preci-
sión terminológica de la educación y
la cultura? Al abordar esta cuestión,
encontramos una diversidad de con-
ceptos. Cuando escuchamos hablar
de educación, podemos relacionarla
con la enseñanza y el aprendizaje; el
"educare", en su esencia etimológi-
ca, está ligado a la crianza. Por otro
lado, cuando hablamos de cultura,
entendemos que es el conjunto de creencias, valores y costumbres que se
reflejan en cómo vestimos, cómo hablamos, qué comemos, a dónde vamos,
qué dispositivos o aplicaciones usamos; en resumen, es lo que nos identifica
como personas.
La cultura y la educación van de la mano como ejes centrales, pero ¿para
qué tratar de definirlos? Desde la perspectiva de los derechos humanos, es
fundamental, ya que ambos son pilares esenciales para la aspiración de una
vida digna para todas las personas. Es decir, el valor de la cultura y de la edu-
cación posibilita la mejora de las condiciones de vida.
El ODS número 4 es transversal y representa un pilar para el cumplimien-
to de los otros 16 ODS. ¿Por qué? Lo ilustraré con una historia:
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