Page 417 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Relaciones con el Estado, espacio público y
sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos
(y otras religiones cristianas) se conciben a sí mismos como «cristianos con una
ciudadanía celestial»: una ciudadanía que trasciende cualquier marco geopolítico.
A nivel local, la predicación es resultado del modo en el que se organizan para
llegar a más gente, pero también de la concesión gubernamental. En el capítulo III des-
cribí en qué consiste y cómo se organiza. Resta indicar aquí sobre dicho tema, que esta
práctica constituye la forma más palmaria de uso del espacio público en su dimensión
física. Desde el punto de vista gubernamental, su realización depende no sólo del de-
recho a la libertad de creencias y de asociación por este fin, sino también del «derecho
al espacio público». En la Ciudad de México ambos tipos de derecho fueron consagra-
dos en la Constitución local. De hecho, se menciona que «todas las personas tienen
derecho a una vida libre de violencia y discriminación religiosa, así como a expresar
sus convicciones en lo privado y en lo público, en los términos de la ley».
En la práctica, la predicación es una actividad altamente visible por el modo
en el que se ejerce: generalmente grupos de dos o más personas, los hombres de
traje y corbata con un maletón colgando del hombro, las mujeres de falda larga con
sombrilla en mano. Durante las reuniones también se trata de alentar a seguir con
la predicación, pese a las complicaciones personales o contextuales. Probablemente
la salud no sea óptima, no se tenga mucho dinero o la gente cierre la puerta al verlos
tocar, pero predicar es una manera de cumplir con el precepto de Cristo: llevar su
palabra todos los rincones de la Tierra, compartir las «buenas nuevas» acerca del
próximo Reino de Dios.
Al extender su actividad por distintas regiones del mundo, Los Testigos de
Jehová enfrentaron las barreras lingüísticas. Antes que hacerlo imponiendo una len-
gua hegemónica, su estrategia se basa en el acoplamiento. En el capítulo III también
señalé cómo los sordos pasaron a representar otro gran grupo objeto de la predi-
cación, lo que significó reconocer a las lenguas de señas como otro tipo de idiomas.
Al hacerlo, quizá su obra es más importante que la del Estado, según la exigencia
comunitaria de que las entidades de educación pública se hagan cargo de la tarea de
enseñar la lengua de señas como lengua materna en las escuelas públicas.
Ahora bien, aunado a la descripción sobre las relaciones entre el Estado y los
Testigos de Jehová y el uso del espacio público, corresponde examinar cómo se con-
cibe al sujeto sordo y a la lengua de señas en el marco de las creencias de los Testigos
de Jehová. Como antecedente, en el capítulo III hubo oportunidad de indicar la ma-
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