Page 93 - Memoria del Congreso Hacia un objetivo cultural en la Agenda de Desarrollo Sostenible
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Conversatorio 1. El papel de los Ombusperson para el cumplimiento de los
                                                   Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030


          cución de las políticas públicas. No obstante, la realidad es que muchas insti-
          tuciones que aluden a un discurso basado en derechos humanos no integran
          una visión de los ODS. ¿A qué me refiero con esto? Una vez que se planifica,
          es necesario generar indicadores, no porque nos volvamos tecnócratas, sino
          porque necesitamos medir los esfuerzos implicados, conocer el destino de los
          recursos invertidos, la forma en que se implementan, el grado de impacto y de
          mejora. Para esta tarea, México cuenta con el Instituto Nacional de Estadística
          y Geografía (INEGI), que ofrece una plataforma específica para todas las metas
          establecidas por CONEVAL. En ella, se cruzan datos entre los ODS y el índice de
          desarrollo de los municipios; la información que proporciona es significativa
          para la toma de decisiones según el contexto local de las distintas regiones. Sin
          embargo, también es crucial considerar el contexto internacional y la visión de
          un mundo globalizado.

             La pandemia evidenció el mundo globalizado en el que vivimos. Un ejem-
          plo claro es la desigualdad en la conexión y el acceso a las Tecnologías de la In-
          formación y la Comunicación (TIC), lo que ha generado una segregación en la
          población mexicana. La Agenda 2030 no es solo responsabilidad de Naciones
          Unidas, sino de todas las personas que defienden los derechos humanos y la
          sociedad civil. Este accionar debe enarbolar cualquiera de los objetivos y dirigir
          todos los esfuerzos hacia el alcance de las metas, contribuyendo al cumpli-
          miento global. Por ello, cada acción e iniciativa contribuyen a que los informes
          voluntarios que México presenta a Naciones Unidas reflejen lo que ocurre en
          el contexto local. Hoy en día, las comisiones de derechos humanos somos ese
          puente que debe articular, y esa es la palabra clave: articular. No se trata solo
          de coordinarnos, ya que la coordinación puede quedar en el discurso, mientras
          que la articulación implica acciones eficaces. Debemos ser ese vínculo que
          conecta a las instituciones con las personas; somos las personas que defen-
          demos los derechos humanos, y esto debe reflejarse en la realidad. En México,
          tenemos un contexto social en el que se pueden desarrollar políticas públicas
          diferentes. Yo soy un claro ejemplo: una mujer joven que llegó a una comisión
          de derechos humanos en un rol inesperado, con un enfoque evidentemente
          disruptivo. Estas políticas públicas deben centrarse en las personas y sus de-
          rechos humanos. Se trata de dejar a un lado el discurso político y permitir un
          avance real en la defensa y protección de los derechos humanos.

             Existe la concepción social de que las comisiones de derechos humanos
          son “llamadas a misa” porque lo que se hace en ellas es de buena voluntad y
          queda en la política pública. Sin embargo, esta percepción surge porque las




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