Page 126 - Derecho humano a la cultura. Colecciones y coleccionismo
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Edna M. Bravo Luis
de la clasificación del objeto solamente raras veces querían comprar alguna menu-
dencia y siempre discutían, si el objeto iba a conseguir el permiso del INAH para
exportarlo, consiguientemente les interesaban objetos que nunca pasaban de unos
10 a 15 cms. Para navidad de 1964 ambos planeaban un viaje a Yucatán y me in-
vitaban a acompañarles. Como se iba [a] visitar sitios arqueológicos y el viaje iba
a realizarse en tren o autobús, lo cual me permitiría conocer una importante zona
del país, acepté la propuesta, tanto más que tuvieron el permiso del INAH de per-
noctar en los campamentos que los propios investigadores del INAH utilizaban.
Así durante unos 15 días conocí Palenque, Uxmal, Chichen Itzá y Dzibilchatún y,
por supuesto, la ciudad de Mérida. Quintana Roo en aquel entonces no podía vi-
sitarse en plan de turismo. No recuerdo que en aquel entonces se hayan comprado
objetos arqueológicos. En Palenque quedamos un par de días en el campamento
del INAH para conocer a fondo los monumentos a los cuales el Dr. Wagner ya
los cono[cía] desde tiempo atrás, pero el Dr. Spranz no. Ahí fuimos invitados al
rancho de un tal Sr. Villa, a quien el Dr. Wagner ya cono[cía] desde tiempo. Este
Sr. en aquel entonces estaba formando desde su rancho en Palenque un museo de
antigüedades y estaba muy metido [en] evitar la extracción de antigüedades de
Palenque. Poco después del regreso del viaje a Yucatán se evidenció que mi tesis
doctoral no podría estudiar las intendencias en base de la de Puebla por falta de
acceso al archivo de gobernación. Mi amigo Reinhard Liehr quien poco después
llegó a México estaba por estudiar la relación entre intendencia y cabildo de Pue-
bla, para lo cual tenía muchas fuentes en el archivo municipal de la ciudad. Así
que ambos tuvimos que trabajar en distintos sitios: él en Puebla y yo en el D. F.
en el Archivo General de la Nación. Ante esta situación yo decidí mudarme de
la casa del Proyecto Puebla-Tlaxcala y me fui a vivir a la Calle Manuel Ávila
Camacho, a casa de una Sra. Zapata, muy cerca de la Fuente de Petróleos. La mu-
danza en febrero de 1965 a esta casa, desde la cual podía ir más rápido al Zócalo
en dónde estaba antes el AGN ubicado me convenía también porque en la tarde,
después de cerrado el AGN podía trabajar en la Biblioteca de Antropología en el
nuevo museo ubicado en el Bosque de Chapultepec. Así se redujo mi contacto con
la gente del Proyecto considerablemente, salvo con alguno que otro que también
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