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Construcción científico-estatal de anormalidad en la Ciudad de México




                 Tiempo después, ya en la década de los setenta, se habla del primer banco de
          oídos en México, injertos y trasplantes. Si en los años cuarenta del siglo XX, el oído,
          la boca y la nariz se separaban de la oftalmología a través de la otorrinolaringología,
          en las décadas posteriores, el oído promovía otras especialidades y procedimientos
          médicos en México, algunos más antiguos que otros: audiología, otología, audioelec-
          troencefalografía, implantación coclear, desarrollo de aparatos auditivos, genética,
          potenciales evocados y así sucesivamente.


                 Asimismo, aparecen esquemas en los que se describe puntualmente cuál es
          el procedimiento a seguir cuando el enfermo llega con el otólogo. Si la audición no
          puede repararse mediante medicamento o cirugía, las prótesis auditivas, la lectura
          de la expresión labiofacial, entrenamiento auditivo y «ortopedia del lenguaje» serán
          la solución (Balanzario, 1960). He aquí una forma médica de presagiar y determinar
          el futuro. Característico de la investigación médica, los sujetos se despersonalizan.
          Sin embargo, de manera paradójica, a menudo se exponen fotografías de los pa-
          cientes pasivos para dar muestra visual de las afectaciones corporales. En el rígido
          formato de exposición escrita dentro de los artículos, prácticamente no hay espacio
          para discutir las cuestiones éticas y políticas que subyacen de las investigaciones.
          Tampoco se da cabida a la subjetividad del médico y aún menos a la del paciente
          pasivo. La voz y la letra del médico es el único vínculo que se halla entre el lector y
          la gente estudiada.

                 Por otro lado, los nuevos centros médicos dedicados a la salud auditiva se
          convierten en laboratorios donde de manera individual o grupal a través de mues-
          tras poblacionales se desprenden las investigaciones. Aunque como en el pasado,
          algunas veces se recurre a la escuela para encontrarse con poblaciones de estudio.
          Cuáles podrían ser las motivaciones de la medicina consagrada a la escucha. Quizá
          no sólo la intención del desarrollo de la ciencia por la ciencia. Los médicos, como
          cualquier persona, también se guían por esquemas culturales y sociales. De hecho,
          la intención de sortear médicamente la sordera, es ya el indicio más fehaciente de
          sus valores y motivaciones, los cuales sólo ocasionalmente se dejan entrever.

                 La siguiente cita constituye parte de las palabras que Carlos Pellicer, junto
          a Pablo Neruda y Efraín Huerta, pronunció a la muerte del médico Pedro Berruecos
          Téllez. En el centro de sus poemas se halla el halago a la escucha y la palabra. Poesía
          y medicina concluyen lo mismo: «¿Qué no se ha dicho ya a propósito de la palabra?
          Primero, las señales con todo el cuerpo. Después, el grito. Finalmente, la palabra. Lo
          que queda del hombre, es la palabra» (Pellicer, cit. por Cárdenas, 1991: 133). En el

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