Page 146 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
en el segundo. Esta racionalidad es heredera del pensamiento occidental, sin embar-
go, crea nuevas representaciones, clasificaciones y prácticas. Las coyunturas y las
condiciones locales imprimieron su sello distintivo.
A mi parecer, una de las principales rupturas tuvo lugar en el gran periodo
que abarca del liberalismo al cardenismo. Ahí, la intersección entre: 1) la consolida-
ción del Estado-nación a partir de nuevas normas e instituciones; 2) el desarrollo de
la ciencia y el surgimiento de nuevas disciplinas y; 3) la consagración de una econo-
mía capitalista, produjo a un nuevo sujeto anormal/anormal. La gestión estatal de la
población anormal supuso el advenimiento de nuevas clasificaciones y de institucio-
nes para su control. Al mismo tiempo, en este periodo se gestaba una conceptualiza-
ción y agrupación física con otros sujetos considerados similares desde el punto de
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vista corporal e incluso moral. El resultado: lo que a grandes rasgos podemos defi-
nir como la construcción y gestión científico-estatal de «anormalidad», que comen-
zaba a clasificar y a disponer en la práctica de mancos, ciegos, sordomudos, tullidos,
dementes, imbéciles, alienados mentales, degenerados, leprosos y otros similares.
Leyes, desarrollo y sectorización de los campos científicos, nuevas institu-
ciones educativas y de salud, políticas de higiene o contra la mendicidad y estadís-
ticas forman parte de un proyecto que produce anormalidad. La discapacidad es en
buena medida consecuencia o producto de la racionalidad moderna, porque si la
modernidad significó la concepción de un sujeto sano, limpio, educado y trabajador
(Ferreira, 2011), ello implicó simultáneamente la clasificación y administración gu-
bernamental de quienes se alejaban del estándar. Si bien en estas clasificaciones no
parece participar directamente la economía, la producción de estos sujetos anorma-
les desde la ciencia y la política, tuvo repercusiones en el lugar marginal que tendie-
ron a ocupar dentro de un sistema productivo. Por ejemplo, el marco conceptual de
la estadística presentado por Pérez (1874) y los censos de principios del siglo XIX
son muestra fidedigna acerca de la preocupación por la disposición para el traba-
jo. Este conjunto de apreciaciones es cardinal porque permite comprender cómo el
empeño científico y político de agrupar y de ordenar a la población devino en la con-
junción de sordos con otros sujetos considerados similares desde el punto de vista
58 Desde luego no se trata de una transición evolutiva en la que la vida individual de las personas sordas haya desapareci-
do con la instalación de la escuela. Todavía hoy es común que muchas personas sordas no se hayan involucrado con la
comunidad. Esto puede deber a muchos factores: restricciones familiares, prejuicios, el empeño médico en la cura y así
sucesivamente. Por otro lado, suele reconocerse en la escuela el origen de la comunidad por su impacto e importancia,
que en buena medida está registrado en la historia, pero ello no implica que otros grupos de personas sordas no hayan
existido antes de su instalación o al mismo tiempo en otras regiones del país. El problema es que se trata de una historia
que posiblemente no fue registrada en su momento.
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