Page 172 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
De hecho, aunque sin mucho éxito, en años recientes también se han organi-
zado diversas manifestaciones que apelan a la demanda de reabrir o establecer una
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escuela similar a la que se fundó en el siglo XIX. Por el contrario, si bien en el INR
se ha pretendido retomar las señas, sigue predominando la perspectiva centrada
en la audición y en la oralización, de tal suerte que no figura como un lugar clave
para el desenvolvimiento de la vida comunitaria en la ciudad. Dada la mutación y
desplazamiento de la escuela fundacional, la comunidad conformó y se apropió de
otros lugares en los que el habla con las señas no era problemático. Tal es el caso de
los sitios religiosos, cuya historia también comienza en el centro y se desplaza en el
tiempo hacia el exterior de la ciudad y su metrópoli.
El paulatino desplazamiento y desaparición de la ENS se correlaciona con
un proceso continuo y vigente de surgimiento de nuevos y diferentes lugares en los
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que las personas sordas tienden a reunirse. Desde luego, algunos desaparecieron
o se transformaron, pero actualmente la multiplicidad y diversidad de sitios que
ocupan, expresa una complejidad creciente. No sólo porque se hallan distribuidos
más allá del centro de la ciudad, donde se ubicó la escuela fundacional, sino porque
también ponen de manifiesto diversas formas de organización social e identidades
particulares que se articulan con la identidad sorda.
En efecto, desde mi punto de vista, se es sordo o sorda, pero siempre se es
algo más. Evidentemente, la presente investigación está motivada por la cuestión
sorda, pero no es posible reducir la identidad a dicha dimensión. Las formas de di-
ferenciación social e identitaria que identifiqué al interior de la comunidad, tienen
su correlato e implicaciones en términos geográficos. Más aún, debemos considerar
que esta complejidad no se reduce o agota en el mundo físico; según las condiciones
de vida actuales, es preciso considerar al espacio virtual que supone Internet no
como un sitio desvinculado o alterno a la «realidad», sino como otro lugar real arti-
culado al resto de los lugares de la vida cotidiana que la comunidad sorda ha forjado.
Este trabajo apunta, en parte, a problematizar la aparente homogeneidad de «la co-
72 Por ejemplo, en 1998 diputados federales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) propusieron cambios en la ley
general de educación en materia de «discapacitados». De acuerdo con su análisis, una de las demandas de la comunidad
era «la reapertura de la Escuela Nacional para Sordos, en los términos de su proyecto original» http://www.diputados.gob.
73 mx/comisiones/discapacitados/Educacion1.htm.
Aramburu (2011), Jullian (2018a) y Ramsey (2011) han expuesto cómo una vez creados los vínculos a través de la escuela
fundacional, fue posible organizar diversos clubes sociales y deportivos a lo largo del Siglo XX. De acuerdo con Jullian
(2018a) en 1913 se formó el «Gran Grupo de Ex-alumnos de la Escuela Nacional de Sordo-mudos», después la «Asocia-
ción Deportiva Silente de México» (1931) y la Asociación Mexicana de Sordomudos (1939), cuyo nombre previo fue «Club
Huet» (Aramburo, 2011). También, es posible identificar a los primeros «líderes sordos» quienes constituyen una forma de
actor social importante al interior de la comunidad.
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