Page 168 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        permaneció en Mixcalco, donde era su sede original, y la de sordomudos regresó a
        su sede en el ex convento de Corpus Christi (Jullian, 2013).

               Su existencia como  escuela de  «sordomudos» se  prolongó otras décadas
        más. Prácticamente claudicó a finales de los años sesenta. Las señas estaban desva-
        lorizadas en el ámbito institucional y la escuela que había promovido con Huet, dio
        paso a un proyecto rehabilitador. El enfoque médico gestado desde la década de los
        ochenta del siglo XIX proliferó y predominó buena parte del siglo XX (Cruz, 2014;
        Jullian, 2013). En 1953 se creó la Dirección General de Rehabilitación, dependiente
        de la Secretaría de Salubridad (Ruiz y Devesa, 2005). En ese año el Instituto Beatriz
        Velasco de Alemán, dedicado a la atención médico-rehabilitadora de las personas
        sordas (decretado el año anterior) cambió al nombre de Instituto Nacional de Au-
        diología y Foniatría (Sánchez y Mandujano, 2014; Cárdenas, 1991), el cual pasó a
        formar parte de la Dirección general de Rehabilitación.


               A finales de la década de los sesenta la ENS y el Instituto Nacional de Audio-
        logía y Foniatría se fusionaron para dar lugar a la creación del Instituto Nacional de
        la Comunicación Humana (INCH) (Sánchez y Mandujano, 2014; Lino et al., 2012;
        Ramsey, 2011; Cárdenas, 1991). De acuerdo con Liliana, terapista de lenguaje for-
        mada en el INCH a quien conocí en la pastoral de sordos de El Altillo, el Instituto Na-
        cional de Audiología y Foniatría, antes de fusionarse con la escuela de sordomudos
        para crear el INCH, fungió como un internado con ciertas actividades educativas y
        de formación para el trabajo, aunque su dimensión principal sería la medicina y la
        rehabilitación:

             Todo el edificio tiene una distribución… me parece que era como una especie de internado. Eso
             es lo que entiendo, tenían clases, o sea, había aulas donde se les daban clases y había talleres,
             entre ellos el taller de encuadernación que de hecho sí quedó funcionando, pero ya como servicio
             del instituto (INCH) pero muchos sordos ahí aprendieron imprenta y encuadernación. Estaba en
             Lomas de Plateros. El gobierno sigue dándole impulso, pero más como un instituto nacional de
             sordera (Instituto Nacional de Audiología y Foniatría) que poco a poco se convierte en el INCH
             y entonces ya se convirtió en un lugar de detección, diagnóstico y de terapia (…) entonces de
             ser una escuela de sordos (ENS) se convirtió en un hospital y se abría a más patologías: temas
             de lenguaje, de aprendizaje a pacientes adultos con afasia y disfasia, con problemas vasculares
             cerebrales. Entonces, de ser de sordera, se abría a todos los problemas de comunicación humana
             (Entrevista con Liliana).

               Con la tendencia a la absorción y fusión de instituciones médicas, en 1989 se
        consideró aglutinar al INCH con los Institutos Nacionales de Medicina de Rehabilita-
        ción y de Ortopedia, para crear el Centro Nacional de Rehabilitación (CNR) en 1997,

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