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Geografía Sorda




          que a partir de 2005 cambió su nombre a Instituto Nacional de Rehabilitación (INR),
          hoy ubicado en la delegación Tlalpan. Aunque unificados operaron por separado los
          tres institutos que formaban al CNR, en el año 2000 cambiaron su sede al sur de la
          ciudad, todavía más lejos del centro. La paulatina absorción y transformación de la
          Escuela de Sordomudos por parte de las instituciones de salud y de rehabilitación,
          es el vivo reflejo de la política estatal centrada en la oralización y en la audición.
          Durante este gran periodo de cambios institucionales, la comunidad sorda produjo
          y multiplicó otros espacios de encuentro lejos de la rehabilitación, pero la ENS tras-
          cendió el tiempo para quedar grabada en la memoria colectiva.

                 Aramburo (2011) y Jullian (2018a) señalan que a finales de los años sesenta
          la comunidad sorda emprendió actos que cuestionaban el alejamiento del modelo de
          la ENS. En el INCH el alumnado dirigió una carta al presidente de la república mexica-
          na, titulada «Carta abierta de los sordomudos de México a Luís Echeverría» publica-
          da en el periódico Excélsior. Su objetivo era manifestarse a favor de retomar las señas
          en la educación, pero el gobierno respondió que la mímica (la lengua de señas) era
          obsoleta y de ese modo no se podría avanzar en la educación de las personas sordas
          (Aramburo, 2011). En el mismo sentido, el alumnado del Instituto Rosendo Olleta
          (una escuela a la que me referiré más adelante) comenzó a manifestarse pidiendo el
          reconocimiento de la lengua de señas y solicitando que la ENS, aunque no hubo res-
          puesta (Jullian, 2018a). En el INCH, al final de la época en la que estuvo en Plateros,
          las señas volvieron a resurgir, aunque ya no con la misma importancia:
                Cuando estábamos en Plateros (en el INCH), esta lavada de cabeza que nos hacían de, no, las
                señas son horribles, no sé qué. En el último año se abrió dentro del área de investigación un
                departamento de psicomotricidad, otro de estimulación temprana y la chava que estaba a cargo
                de estimulación temprana se empezó a involucrar con las señas e invitó a un sordo que nos diera
                clases a quienes quisiéramos. Entonces nosotras teníamos que pagar nuestra clase para poder
                aprender (…) poco a poco el subdirector de investigación y enseñanza entonces dijo ‘no, sí vamos
                metiendo esto un poco más’. Se integraron materias nuevas no oficialmente curriculares ante la
                SEP (Secretaría de Educación Pública) pero se integró la lengua de señas como parte de las ma-
                terias (Entrevista con Liliana).


                 Si bien actualmente el INR ha seguido cierta apertura a las señas, continúa
          como una institución que en primera instancia promueve los métodos orales y los
          aparatos auditivos o el implante coclear. Al área de señas donde trabaja Liliana den-
          tro de INR llegan las personas que no progresaron en las terapias de lenguaje; son
          los casos en los que no se ha «aprovechado el resto auditivo». Pese al cambio pau-
          latino, Liliana me comentó que en la actualidad las señas son el último recurso: «di-


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