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Geografía Sorda




                 Por otro lado, entre las categorías espaciales (territorio, región, paisaje, lo-
          calidad y espacio mismo), a mi parecer, la de lugar posee una connotación cultural
          central, pero también se vincula con lo social a partir del vínculo e influencia de
          estructuras y micro interacciones en la conformación de lugares (Massey, 1995),
          lo histórico en cuanto a su origen y desarrollo en el tiempo (Augé, 2000) y con la
          política vinculándose con las relaciones de poder y conflicto que atraviesan a los
          lugares (Low, 2014; Massey, 1991). La discusión excede por mucho el espacio de
          estas páginas, pero específicamente en términos culturales, el lugar se estudia con
          relación a la identidad, la comunicación, el sentido de pertenencia y el arraigo, la
          emocionalidad, la sensorialidad, la tradición, el ritual, lo simbólico, la memoria y
          otros aspectos asociados.


                 Tomando en cuenta que la comunicación es una dimensión cardinal dentro
          de la geografía sorda, sólo vale la pena añadir que los lugares también poseen esta
          cualidad en su formación y sostenimiento. Vergara sostiene que los «lugares se ca-
          racterizan por un lenguaje peculiar que surge de articular sus sistemas: lingüístico,
          paraverbal, corporal, objetual, gráfico, sonoro, arquitectónico, etcétera, en un todo
          que lo singulariza» (2013: 15). De modo similar, Augé señala que, entre otros aspec-
          tos, los lugares se caracterizan porque en su interior se utiliza un mismo lenguaje
          (o lengua) que permite a los miembros entenderse (Augé, 2000). Adams (2010) va
          más lejos al considerar una suerte de oposición entre el afuera y el adentro en fun-
          ción de la lengua predominante en determinado lugar (o espacio, como también
          suscribe), lo que termina por generar inclusiones y exclusiones. De hecho, reconoce
          que muchos lugares públicos o medios de comunicación son proclives a excluir a
          las personas sordas, en virtud de que tienden a prescindir de las lenguas de señas.
          Finalmente, Adams reconoce que el espacio no sólo es un contexto donde ocurre la
          comunicación, sino que también este es creado mediante la comunicación. Por este
          motivo, para Low (2017) es fundamental considerar de qué maneras el lenguaje y la
          comunicación influyen en la producción material y simbólica del espacio y del lugar.

                 En suma, de modo relacional, el «lugar» es producto de prácticas y de relacio-
          nes sociales que forjan el cruce de tiempos y espacios concretos, en los cuales se habi-
          lita el vínculo social y el desarrollo de un conjunto de elementos culturales, políticos
          y económicos desarrollados en el marco de la historia. No es fortuito que el «lugar»
          ocupe un nicho central en la antropología y la geografía cultural. Al intentar estudiar
          a la comunidad Sorda y su cultura, espacial y temporalmente situadas, el concepto de
          lugar se vuelve central. En concomitancia con lo que Gulliver y Kitzel (2016) denomi-



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