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Gabriel Tolentino Tapia




        algunas familias que entrevisté llegaron a la Ciudad de México con la finalidad de
        inscribir a sus hijos sordos en una de estas instituciones. Sobre el centro Clotet he
        descrito cómo inició a mediados del siglo XX. Por su parte, el IPPLIAP surgió de la
        iniciativa planteada por la mamá de un niño sordo y algunos profesores.

               Si bien los encargados de las dos escuelas habrían entendido la necesidad
        de dedicarse exclusivamente a las personas sordas, durante la segunda mitad del
        siglo XX el método de oralización se había impuesto. Acorde a las tendencias oralista
        de la época, y como el nombre del IPPLIAP lo presagia (Instituto Pedagógico para
        Problemas del Lenguaje), desde sus inicios abrevó del método oral. Los cambios de
        enfoque educativo a nivel global y nacional, así como las experiencias al interior de
        la escuela, influyeron para que la escuela girara en los años noventa hacia un enfo-
        que bilingüe basado en las señas y el español.

               Actualmente también en el Centro Clotet se reconoce a la LSM como el idioma
        materno de las personas sordas, en el que deben recibir su educación, y el español
        como segunda lengua, por ello se habla de un enfoque bilingüe-bicultural. Inicial-
        mente en el IPPLIAP su modelo educativo cubría preescolar y secundaria, pero desde
        2013, gracias al vínculo que establecieron con el Colegio Jesús de Urquiaga (CJU), ubi-
        cado al sur de la ciudad, extendieron su enseñanza hasta la secundaria. Por su parte,
        en el Centro Clotet se brinda primaria y secundaria, además de preparatoria.

               Si bien el Centro Clotet y el IPPLIAP tienen diferentes esquemas de captación
        de recursos, coinciden en no ser instituciones de gobierno. Jorge, quien además de ser
        coordinador de intérpretes en el Templo de San Hipólito es profesor del Centro Clotet,
        señala que la institución se sostiene de las colegiaturas que paga el alumnado y de al-
        gunas donaciones privadas. En IPPLIAP es más o menos similar, aunque sus mayores
        fuentes de ingresos vienen de una cartera de patrocinadores y donadores, en menor
        medida de las colegiaturas y en mucha menor medida de aportaciones del gobierno.

               De acuerdo con lo que pude identificar a través de entrevistas con alumnado
        y madres de familia, además de lo que me comentaron Jorge sobre el Centro Clotet y
        Elena en cuanto al IPPLIAP, la mayoría del alumnado es de escasos recursos. Varios
        han podido continuar sus estudios gracias a becas escolares. Además, al ser escue-
        las singulares, la demanda es alta. Como he señalado, familias han llegado de otras
        entidades federativas para inscribir a sus hijos a estas escuelas y por lo general los
        estudiantes no viven cerca de la escuela. Cuando asistí al Centro Clotet había cerca



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