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Experiencias com-ún-itarias de iniciación en las señas




                 Por otro lado, la emergencia de escuelas de nivel básico ha impactado en la
          edad de aprendizaje de señas, siendo a una edad más corta que en las generaciones
          pasadas. En este sentido, la educación para sordos ha ganado terreno en el proce-
          so de institucionalización. A este encuentro temprano con escuelas como IPPLIAP
          debe tomarse en cuenta los efectos que los cambios sociales y culturales han tenido
          al interior del INR, así como la capacidad de agencia de sus empleados, dado que
          existe una suerte de vínculo de canalización, aunque es informal. Esto es, del INR se
          ha estado forjando la costumbre de enviar a niños y niñas al IPPLIAP. Si bien en el
          INR los enfoques orales siguen predominando, este vínculo revela ciertas rupturas
          y transformaciones frente a la censura de la lengua de señas.

                 No sólo en el INR, sino en otras instituciones, el curso de vida de los sordos
          sigue dependiendo vigorosamente de los oyentes, además adultos. Ya sea optar por
          los métodos orales o por las señas, no puede dejarse de lado que en ambos caminos
          mucho depende de las disposiciones de los oyentes. La influencia o moldeamiento
          del curso de vida comienza por la familia y se extiende a las instituciones de rehabi-
          litación, escuelas, iglesias y otras entidades. En este sentido, que los sordos accedan
          de manera más temprana a la LSM y a la comunidad sorda, depende en buena medi-
          da de los cambios sociales y culturales operados en el mundo oyente. Un ejemplo de
          estas transformaciones ha sido la apertura de algunas escuelas de nivel básico o el
          cambio de los métodos orales a las señas como ocurrió con el IPPLIAP.

                 No obstante, la capacidad de oferta y cobertura geográfica de las escuelas
          sigue siendo un problema. Además, dado su carácter privado, las pocas escuelas
          representan un importante gasto económico y físico asociado a la necesidad de em-
          prender largos viajes metropolitanos, sin dejar de lado los esfuerzos migratorios
          realizados por las familias para acercarse a estas escuelas en la capital del país. En
          cuanto a las escuelas públicas, si bien el Estado ha abierto algunos espacios desti-
          nados a sordos, la gente perteneciente a la comunidad sorda evidencia la falta de
          cobertura y calidad de la enseñanza. En contraste, las instituciones educativas for-
          madas desde la iniciativa social (religiosa principalmente) y privada gozan de un
          mejor estatus. En el otro extremo, es decir, en el nivel educativo superior, las opcio-
          nes siguen siendo limitadas, lo que repercute directamente sobre las trayectorias
          educativas de los jóvenes. Además, al no ser propiamente públicas, la mayoría de
          las opciones existentes en todos los niveles implican realizar un gasto económico,
          generando desventajas para los estudiantes sordos.




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