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¿Quién es el sujeto Sordo? Capitales comunicativos y liderazgo
Ahora bien, la manera de presentarse y comunicar en el espacio público es
una estrategia que busca guardar congruencia entre lo que se muestra y lo que se
solicita a las autoridades. De hecho, como ya indiqué, la oralización no forma parte
de las demandas de las organizaciones de personas sordas. Español sí, pero lectura
y escritura como segundo idioma. Entonces, Alondra indica que usar la voz no es
compatible con la imagen que desean mostrar. La imagen refiere, pues, a la de una
persona sorda que se comunica por medio de la lengua de señas.
El ímpetu de proveer al “otro” (que además en este caso tiene capacidad
de decidir sobre la vida de las personas sordas según su papel en la política) una
imagen apropiada, remite vigorosamente a las «actuaciones» (performance) según
el sentido acuñado por Goffman (1997) en su obra La presentación de la persona en
la vida cotidiana. El citado autor emplea una perspectiva en la que la vida social se
concibe como una analogía de las representaciones teatrales. En los «escenarios»,
contextos habituales de interacción, las personas asumimos «papeles» que repre-
sentamos frente a los demás, quienes ocupan el papel de «público».
Ubicados en el plano teatral de la vida y sus múltiples escenarios, el perfor-
mance es la «actividad total de un participante dado en una ocasión dada que sirve
para influir de algún modo sobre los otros participantes» (Goffman, 1997: 27). La
actividad total se relaciona con lo que el autor denomina «fachada», es decir, todos
los elementos ubicados en escena y colocados de manera intencional o fortuita: mo-
biliario, decoración, luz, estética y así sucesivamente. Dichos elementos materiales
no son inocuos, pues forman parte de lo que se quiere comunicar y expresar, como
sucede en las obras de teatro. Asimismo, señala un tipo de «fachada» asociado a
las propiedades del sujeto que está ocupando un papel: «podemos incluir las in-
signias del cargo o rango, el vestido, el sexo, la edad y las características raciales,
el tamaño, y aspecto, el porte, las pautas de lenguaje, las expresiones faciales, los
gestos corporales y otras características semejantes» (Goffman, 1997: 35). Todas
estas características también son «vehículos transmisores de signos» porque tratan
de comunicar.
Desde esta perspectiva «teatral», el uso de las señas y no de la voz, tiene un
objetivo. Se pretende «influir» en el público (como diría Goffman), en este caso po-
líticos que deciden sobre las leyes de orden lingüístico y el futuro de la educación,
no sólo para que se haga lo necesario en cuanto a garantizar que los procesos peda-
gógicos transcurran a través de la LSM, sino que, al comunicarse en este idioma, se
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