Page 90 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
posibilidad; cuando señala que, sin embargo, «las letras y los sonidos no son lo mis-
mo para todos» (por ejemplo, para las personas sordas) pero las afecciones del alma
sí son las mismas, entonces son las mismas para las personas sordas y pueden ma-
nifestarse a través de las lenguas de señas. Lo que hay en alma no puede reducirse a
una expresión sonora, oral y escrita.
Quizá uno de los encuentros menos esperados y más expresivos durante el
trabajo de campo fue la religión. Conforme avanzaba y notaba la importancia de
diferentes denominaciones religiosas, comenzaba a darme cuenta de que no se tra-
taba de un suceso local y aislado en el tiempo. Ahora, a partir de una lectura histó-
rica, observo que la relación entre las personas sordas y lo religioso nos lleva por
lo menos al siglo XVI, justo con el origen (reconocido) de las lenguas de señas y la
logopedia. A partir de entonces las disposiciones religiosas sobre la educación, la
salvación y el sentido moral de la vida se han mantenido y diversificado. El vínculo
ya no sólo se mantiene desde el catolicismo.
Para entender el interés y el contacto entre ciertas figuras y grupos religio-
sos con las personas sordas, así como las contribuciones a su educación, es posible
desarrollar algunas vías de interpretación y análisis. Una de estas refiere a comuni-
cación no verbal y el uso de señas que desde antes del siglo X se practicaba en las
abadías (De Chaves y Soler; 1974; Bruce, 2007) (ver Cuadro 1. Árbol genealógico de
las lenguas de señas). En segundo lugar, se halla la cuestión de la salvación. La fe en-
tra por el oído, la voz es necesaria para que Dios nos escuche mediante la oración y
debemos aprender la palabra de Dios leyendo la Biblia (Monaghan, 2003); todo ello
para salvarnos del pecado. Al carecer de estos atributos, entonces se deduce que las
personas sordas estaban lejos del alcance del perdón y la entrada al reino celestial.
Bajo estas premisas, ciertos integrantes de la religión se habrían acercado a las per-
sonas sordas con la misión de ayudarlas en su salvación.
Otro aspecto es el papel que históricamente las religiones dentro del cris-
tianismo han cumplido con relación al trabajo social en ayuda y protección de los
grupos más desposeídos, una tarea que no se diluyó con la emergencia de los Esta-
dos modernos. En el mismo sentido, la promesa científica de curar la sordera y la
mudez no diluyeron el trabajo religioso de salvación. Muestra de ello es la escuela de
sordomudos gestionada por el abate Sicard, cuya misión evangelizadora la heredó
de L’Épée, pero esto no impidió la realización de las investigaciones en el campo de
la otología por parte del médico Itard en aquella institución. Además, me parece que
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