Page 97 - Más allá de la razón oyente digital digital
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La trama de la razón oyente en Occidente




                 Hace  algunos  años se  introdujeron los conceptos  de  «logocentrismo»  y
          «fonocentrismo» (Bauman, 2004, 2008) (original del filósofo Derrida y entendido
          como el supuesto privilegio de la palabra oral sobre la escritura en la historia de
          Occidente) en los deaf Studies para tratar de visibilizar la dimensión ontológica del
          audismo, entendido como un conjunto de discursos y prácticas que contravienen
          a los sordos y a sus lenguas de señas. Sin embargo, el fonocentrismo se dirige a la
          crítica de la voz, pero no de la escritura y menos aún del oír, que no sólo es el ele-
          mento sensorial diferenciador entre sordos y oyentes, sino el atributo desde el cual
          se despliegan las relaciones de poder oyente-sordo.

                 Por su parte, McCleary (2003) ha expresado no sólo el énfasis en el oral-
          centrismo, sino también del grafocentrismo como formas privilegiadas de comu-
          nicación en detrimento de los sordos y las señas. A diferencia del fonocentrismo
          centrado en la autoridad de la voz, McCleary propone una revisión crítica sobre lo
          que denomina oralcentrismo y grafocentrismo. Si bien la palabra escrita es cada
          vez más aceptada por los sordos, precisamente su «aceptación» es reflejo de la do-
          minación que ejercemos los oyentes. La lectura y la escritura es considerada por
          muchos sordos como un requisito elemental para acceder a mejores condiciones de
          vida, lo que impulsa su aprendizaje, pero también, en algunas ocasiones, debido a la
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          auto-introyección de una presión social, intelectualista y moral.  La lecto-escritura,
          como he procurado señalar, se encuentra en vinculación con el oír, la oralización y el
          razonamiento. Es el reflejo más acabado de la razón, pero si los sordos habían sido
          ya acusados de carecer de tal atributo por no hablar con la voz, cuando la escritura
          ganó terreno a partir del siglo XV, los sordos habrían sido todavía más despojados
          de la razón. El dominio de la lecto-escritura por parte de una sociedad y sujeto es
          considerado como elemento de desarrollo y creación de civilización (sociedad) y
          civilidad (sujeto). La presidencia de esta cualidad altamente valorada ubica al sujeto
          o a la sociedad en cuestión en un punto de «atraso».

                 Finalmente, desde los estudios críticos de la discapacidad se erigió el con-
          cepto de capacitismo, cuyo desarrollo ha permitido analizar el conjunto de repre-
          sentaciones y prácticas que parten de la idea de un cuerpo íntegro como eje central
          de valoración desde el que se produce normatividad (Campbell, 2008; Chouinard,
          1997; Linton, 1998). Quizá mientras el audismo se ha centrado sobre todo en el pla-

          33   Reproduzco un extracto de entrevista para ejemplificar: «Me puse a trabajar en corte de cabello. Luego me embaracé,
             puse atención a mi hija, me casé, pero tenía pena, yo pensaba, me preocupaba qué iba a decir mi hija cuando creciera:
             «mamá, ¡¿no sabes escribir?!» Como a los 25 años me puse a estudiar más para escribir y leer español mejor» (Alondra,
             joven Sorda).

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