Page 81 - Derecho humano a la cultura. Colecciones y coleccionismo
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El derecho a la cultura y el acceso a las colecciones museísticas



          son culpabilizadas por la laxitud de sus normas o por la corrupción frente a estas y
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          sus instituciones, pero también por acusarlas de ignorantes.  Dadas las condiciones
          legales, políticas, administrativas, mediáticas y éticas, en la actualidad es complicado
          que arqueólogos o antropólogos sustraigan objetos de las regiones que visitan. Sin
          embargo, independientemente de la profesionalización, hoy son comunes los asaltos a
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          museos o iglesias por el arte sacro.  Estas circunstancias expresan el sinuoso laberinto
          público-privado de las piezas, todas o una parte, que forman parte de una colección
          arqueológica o similar. Más aun, ya sea en su totalidad o de forma parcial, no sólo
          oscilan entre lo público y lo privado, sino también entre lo legal y lo ilegal.


          Si bien se pudiera creer que todo lo saqueado y robado yace en privado, frente a lo le-
          gal que tiene la virtud de permanecer abierto al público, también es posible lo contra-
          rio. Un ejemplo de esta vicisitud se manifiesta con las piezas arqueológicas extraídas
          de casi cualquier región del mundo y expuestas en los prestigiosos círculos culturales
          de Europa ya sea mediante museos públicos o privados. No obstante, considerando
          la “vida social de las cosas” y su biografía (Appadurai, 1991), quizá la llegada de esas
          piezas a los países donde se exhiben no fue precisamente ilegal; los paulatinos cam-
          bios en la conciencia social y en las normas tanto nacionales como internacionales,
          las colocarían en nuestra época en un marco de irregularidad jurídica o al menos se
          convierten en objeto de denuncia pública producto de las relaciones coloniales esgri-
          midas comúnmente durante largos periodos.


          En cuarto lugar, siguiendo a Bourdieu (1998), es posible distinguir el vínculo entre lo
          que se colecciona, la clase social, el “gusto” y el ímpetu de “distinción”. En sociedades
          modernas donde la producción material y cultural es extensa, las personas tienden a




          2   En mi experiencia de trabajo de campo en la localidad de San Francisco Teotihuacán, Puebla para estudiar la relación de
             la comunidad con el sitio arqueológico de Tepalcayotl, fue común escuchar entre pobladores el discurso de la ignorancia
             (Tolentino, 2023). Esta característica haría que los vecinos de ahora y del pasado no valoraran su patrimonio. Empero,
             hubo gente abordada que con malestar recordó cómo en décadas pasadas arqueólogos extranjeros (conducidos o apro-
             bados por nacionales) llegaron a intercambiar cubetas llenas de pequeñas piezas arqueológicas por dinero. La indigna-
             ción pone de manifiesto que la “ignorancia” no sería la única manera de interpretar el pasado reciente de la localidad.
          3   Puebla no es la excepción. En 2022 la Gaceta Derechos Humanos de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de
             Puebla publicó el resumen de una recomendación por la desaparición de 5 981 piezas de museo provenientes de 21 recintos.

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