Page 88 - Derecho humano a la cultura. Colecciones y coleccionismo
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Gabriel Tolentino Tapia



        tiene todas las apariencias de la legitimidad, puesto que los únicos excluidos son los
        que se excluyen” (2010: 43). Los museos, en especial aquellos administrados por las
        instituciones de cultura del Estado, permanecen abiertos al público en general. In-
        cluso no pocos promueven gratuidad durante un día en específico de la semana. Sin
        embargo, ¿basta con estas políticas para su difusión y asistencia? Al menos para el
        caso francés, Bourdieu (2010) encuentra que las clases altas son las que tienen mayor
        representatividad en las estadísticas de asistencia. De igual modo, los grupos con más
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        presencia son los que cuentan con mayor nivel educativo.  Asimismo, las estadísticas
        demuestran que la asistencia a museos se correlaciona con el turismo, es decir, quie-
        nes se encuentran realizando esta actividad son quienes más aprovechan para visitar
        museos, lo que refrenda en los números las disparidades de clase social.


        En términos de experiencia, Bourdieu indica que “los individuos de las clases más des-
        favorecidas que se arriesgan a visitar los museos se sienten fuera de lugar” (2010: 46).
        La incomodidad frente al espacio cerrado del museo posee un sustrato mucho más
        profundo. Puede comenzar con la falta de “costumbre” transmitida por la familia. En
        contraparte, muchas escuelas públicas promueven la asistencia de sus alumnos a los
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        museos, pero ¿qué tan probable es que luego de esta actividad lo sigan haciendo?  Pese
        a su apertura y gestión pública, múltiples museos no dejan de ser espacios cerrados con
        la apariencia de sitios privados, cuya arquitectura hace pensar a más de una persona que
        el consumo ahí dentro es caro, lo cual no resulta falso si se contrasta con los sueldos e
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        ingresos del grueso de la población.  Aunado a la fachada y la apariencia, es preciso
        considerar su ubicación. Al menos en México muchos circuitos culturales se ubican en
        espacios de la ciudad de baja marginación y pobreza. Además, sería vital examinar si
        todas estas áreas culturales son accesibles desde el transporte público y la movilidad.


        8   La situación en México es más o menos similar. De acuerdo con la Estadística de Museos (EM) 2023, promovida por el Instituto
           Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de las personas que visitaron museos en ese año, 59.4 % poseía una escolaridad de
           nivel superior y 26.9 %, de nivel medio superior. Los porcentajes fueron similares a los de 2022 (INEGI, 2024).
        9   La EM 2023 del INEGI (2024) también deja ver que los principales motivos por los que las personas no asistieron a los mu-
           seos fueron la falta de difusión y publicidad o desconocimiento del acervo que ofrecen (18.0 %) y la falta de cultura o de
           educación (17.0 %). En especial esta segunda respuesta se relaciona con las disposiciones personales frente a los museos.
        10   Otros espacios culturales demuestran situaciones similares: salas de conciertos de música clásica e instrumental, fonotecas,
           fototecas, bibliotecas, librerías y cinetecas. Sitios de esta naturaleza se denominan “nacionales” aunque sólo cuenten con
           una o un par de sedes en la capital del país. El modelo centralizado se replica en los estados de la república, dado que los
           espacios culturales tienden a aglomerarse en sus respectivas capitales y a su vez en determinadas áreas de la ciudad capital.

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