Page 90 - Derecho humano a la cultura. Colecciones y coleccionismo
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Gabriel Tolentino Tapia



        y de obrar sobre este (el habitus en términos de Bourdieu), se presenta como condi-
        ción necesaria para acudir a los museos. Su promoción, dado que se conciben como
        sitios que vale la pena visitar, ha recaído en las instituciones públicas, aunque también
        privadas, bajo el sobrentendido de que la gente no cuenta con estas disposiciones
        debido precisamente a sus otras ocupaciones, educación y recursos económicos dis-
        ponibles. Aquí surgen otros cuestionamientos: finalmente, ¿por qué y para qué asistir
        a museos?, ¿quiénes y bajo qué intereses promueven estas prácticas culturales?, ¿qué
        conjunto de medidas de accesibilidad tendrían que llevarse a cabo para este objetivo?
        Me limitaré a abordar esta última pregunta.


        Entiendo la accesibilidad desde una perspectiva amplia. Involucra la asequibilidad en
        términos económicos, la accesibilidad en cuanto a la ubicación espacial y formas de
        llegada desde distintos puntos de determinada ciudad o región, la accesibilidad según
        las formas de uso de los recintos museísticos, lo que involucra no solamente aspectos ar-
        quitectónicos como la construcción de rampas, elevadores, señalamientos o guías para
        bastón, sino también para aquello que preocupa a Bourdieu: “Se puede suponer que
        el desconcierto de los sujetos menos preparados frente a las dificultades de las obras
        podría minimizarse con un esfuerzo por mejorar la presentación y, más precisamente,
        por proporcionar los instrumentos indispensables para una contemplación adecuada”
        (2020: 47). En otras palabras, cómo usar un sitio al que la mayoría de la población no
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        está acostumbrada.  Disposiciones corporales, emocionales, sensoriales, intelectuales,
        especiales y lingüísticas, entre otras, terminan por involucrar la experiencia del museo.


        Al ser sitios inmuebles emplazados en áreas específicas de determinada ciudad o región,
        cuyas paredes y fachadas establecen una diferencia y distancia entre el “adentro” y el “afue-
        ra”, qué tanto los museos han desplazado su aura (como lo tiene la obra de arte según
        Walter Benjamin) en términos socioespaciales para acercarse a la gente; ¿cómo sería po-
        sible “sacar” al museo de su “zona de confort”, esto es, circuitos culturales y centros histó-
        ricos, para que se “mueva” en lugar de que siempre lo haga la gente sin que ello implique


        11   Un dato da cuenta de ello: según la EM 2023 del INEGI (2024) el 81.0 % de las personas visitantes señaló que era la primera
           vez que visitaba el museo, 12.0 % lo visitó dos o tres veces y 7.0 % realizó cuatro o más visitas en el último año.


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