Page 21 - Más allá de la razón oyente digital digital
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entorno laboral. Agregó que «si se dan el permiso de dejarnos escuchar la voz, te das
          cuenta de que incluso tienen una voz muy bonita».

                 Señaló que la reticencia de algunas personas sordas se debe a la forma en
          la que «nosotros como comunidad oyente lo manejamos con ellos», es decir, cómo
          planteamos la idea de las terapias con las personas sordas para que ellas «acepten
          la realidad». La especialista habría incursionado en el mundo de las pláticas porque
          se dio cuenta que hay personas sordas «con una capacidad increíble» y que pue-
          den «llevar a otras personas de la comunidad sorda a sacar su potencial máximo»,
          pero, desilusionada, tuvo que aprender que no todos quieren: «aunque les digas ‘tú
          puedes hacer que los sordos tengan trabajo y vivan mejor’, hay gente a la que no le
          importa». Enseguida pasó a preguntar (en forma de afirmación) al público por qué
          sucede así: «¿tendrá que ver con la comunidad sorda?». Concluyó que eso se apren-
          de del contexto de la comunidad sorda, la escuela o la familia: «si a una persona
          sorda le dices: ‘tú eres sordo, siempre vas a ser pobre’, eso va a aprender». Utilizó el
          ejemplo de su vida para demostrar cómo es posible hacer frente a todas las adversi-
          dades y superarse.


                 Avanzada la plática, de entre los asistentes alguien comentó que sí oye, pero
          no alcanza a comprender el sonido. La doctora respondió que cuando la gente es
          oyente y luego va perdiendo la capacidad de escuchar, consecuentemente disminu-
          ye la capacidad de cognición o conocimiento. Apuntó que, según algunos estudios
          o encuestas recientes, por cada año que la audición baje diez decibeles, se pierden
          cuatro años de conocimiento o cognición: «cada año que pase sordo o hipoacúsico,
          el cerebro se va a ir desconectando de la realidad y se le va a olvidar hasta cómo
          ladra un perro…».


                 Más adelante una madre comentó el caso de sus hijos, quienes de niños co-
          menzaron a perder la audición y recientemente también la vista. Los hijos estaban
          en el mismo evento. La audióloga bajó del templete y caminó hacia ellos. Los espec-
          tadores observamos atentos a sus pasos y abrimos brecha entre las sillas para que
          pudiera pasar y realizar un chequeo que prácticamente concluyó en un diagnóstico
          rápido: «es probable que sea síndrome de Usher y no hay mucho qué hacer, van a
          perder la vista, tal vez en su totalidad. Hay que concentrarse en garantizar su co-
          municación para cuando eso suceda. Pueden aprender LSM para sordociegos». Sin
          una base realmente clínica, había definido con unas cuantas palabras su futuro. Este
          evento en particular me remitió a los sucesos bíblicos en los que se narra cómo Jesús



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