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Geografía Sorda




          productos, los cuales no siempre eran dulces, sino también lapiceros o pequeños
          cuadernos para resolver crucigramas.

                 En Milpa Alta, al salir de las reuniones de la congregación, comencé a encon-
          trarme con Raquel en el microbús, una mujer sorda que vendía libros para dibujar o
          con crucigramas. Poco a poco comencé a establecer contacto. Así, Raquel me comen-
          tó que anteriormente había sido parte de la congregación de señas de los Testigos
          de Milpa Alta pero no le interesaba más. También me dijo conocer a Brenda quien es
          intérprete de señas en IncluSor y que juntas fueron compañeras en la congregación
          de Milpa Alta. Previo a ello, Brenda ya me había comentado que había pertenecido
          a este grupo religioso. Raquel señaló que las etiquetas se las daba su novio quien
          también es sordo y vendía en el Metro, en la línea nueve.

                 Por otro lado, en la peregrinación nacional de pastorales sordas que se rea-
          liza anualmente del Templo de San Hipólito a la Basílica de Guadalupe, José y Miguel
          estaban considerando asistir en la que fue en 2019 pero no estaban totalmente se-
          guros. Especialmente José conocía a la gente del Templo, pero Miguel ha tenido una
          vida más al margen de otros grupos de la comunidad. Llegado el día del evento José
          y Miguel sí estaban presentes. Pasé casi todo el día con ellos. Ahí me presentaron con
          otro grupo de sordos uniformados: se trataba de los vagoneros de la línea nueve.


                 Semanas después los volví a encontrar en el Templo de San Hipólito. Iban a
          entregar unas playeras a Georgina, la líder de la pastoral de sordos del Templo, las
          cuales iban a ocupar para la reunión anual del CPN en Colima. Desde ahí establecí un
          contacto más estrecho con los vagoneros de la línea nueve, casi en la recta final del
          año de trabajo de campo. Comencé a visitarlos algunos domingos por la tarde cuan-
          do tenían sus reuniones, similar a los de la línea tres. En este caso desde el inicio me
          presenté y fui admitido por Ramón, el líder. Durante una de las visitas coincidí con
          Raquel quien acudió en compañía de Fermín, su pareja.

                 Entre semana él trabaja en un negocio de impresiones y ahí produce las eti-
          quetas que reparte para Raquel que trabaja por su cuenta y también para los vago-
          neros de las líneas uno, tres y nueve donde participa. En realidad, durante las pocas
          veces que nos vimos, no hablamos sobre por qué las etiquetas tienen la figura de
          Mickey Mouse, sin embargo, pone de manifiesto dos aspectos sociológicos. El prime-
          ro es que, siguiendo el origen de la etiqueta, pese a las distancias sociales, espaciales
          y simbólicas, pude identificar que entre los cuatro grupos principales de la investi-



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