Page 274 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        es que comenzó a aprender LSM, inmediatamente expresó una emoción remarcada.
        Enseguida compartió un relato detallado sobre la ocasión en la que ella y dos amigas
        más acudieron a un cumpleaños:

             Yo y unas amigas fuimos a la casa de Lety (otra amiga) que tenía fiesta. Cuando llegamos: siento
             la música, la vibración de la música, nos volteamos a ver, tocamos el timbre, viene la persona de
             servicio, nos saluda, llega Lety, me abraza, les presentó a mis amigas, le digo: «hoy también es
             el cumpleaños de Katy (su otra amiga acompañante)», «¡ay, no me digas... perfecto, felicidades,
             pasen», pero… «nosotras no sabemos quiénes están ahí, no sabemos nada de lengua de señas ni
             nada de sordos»; «sí, sí no te preocupes, ven». Ahí vamos las 3 y al entrar wow ¡todos señando!, se
             nos caía la baba de verlos, pero nosotros no sabíamos nada, jamás nos había tocado una reunión
             donde hubiera señas. Katy, mi otra amiga y yo teníamos la cara de no poder creerlo (Marcela).

               En la misma reunión otros invitados, «Maru y Eduardo», se les acercaron y
        comenzaron a platicar. Les preguntaron si las tres eran sordas, a lo que respondie-
        ron que sí. Enseguida les preguntaron si sabían señas, pero esta vez respondieron
        que no. En ese mismo instante comenzaron a compartirles algunas señas básicas.
        Finalmente, vino la pregunta sobre el Templo de San Hipólito:

             A mí me preguntaron: «¿tú conoces San Hipólito?; ¿la iglesia de San Hipólito?», «no, no tengo ni
             idea». Me dicen: «mañana nos vemos ahí en la esquina de Niño perdido a las 10:30 de la mañana»;
             «sí, claro que sí», ya acordamos y seguimos en la fiesta (…) al día siguiente nos encontramos, nos
             fuimos en el trolebús a Tacuba, ahí nos bajamos y caminamos a la iglesia de San Hipólito. Yo que-
             dé asombradísima porque obviamente había otros sordos ahí. Yo no sabía lengua de señas, estaba
             muy preocupada, aterrada (…) Había un sordo de nombre Arnulfo que me comenzó a enseñar
             lengua de señas, pero él no estaba oralizado, únicamente utilizaba lengua de señas. Entonces era
             un poco complicado porque había cosas que me eran difíciles de comprender. Iba yo poco a poco,
             medio entendía (…) y pues fue mucho mejor para mí porque pude entender y aprender todas las
             señas. En una semana yo ya había aprendido muchísimas señas (Marcela). 131


               Similar a Fernando, previo al encuentro institucional, Marcela tuvo su pri-
        mera experiencia con las señas en una fiesta. Este fenómeno indica que la socializa-
        ción con más sordos puede ocurrir previo a comenzar a aprender señas: sucedió con
        Marcela y sus amigas y también entre Fernando y su amigo «el mago». La escuela
        o el centro de rehabilitación son sitios que comúnmente suelen reunir a sordos al
        margen de la lengua de señas. En este sentido, la experiencia de contacto lingüístico
        y social con la comunidad puede acontecer de modo individual, pero también de
        manera colectiva.

        131   Otras historias de padres, madres y las mismas personas sordas, revelan que el aprendizaje de conceptos se realiza a
            una velocidad superior cuando se transmiten en lengua de señas.

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