Page 280 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 280

Gabriel Tolentino Tapia




               Durante buena parte del siglo XX fueron intensas las migraciones rural-ur-
        bana del interior del país a la Ciudad de México. Aunque en las últimas décadas se
        han registrado descensos en el ritmo de crecimiento poblacional en la capital (An-
        zaldo, 2016), todavía sigue siendo un núcleo de atracción laboral. Ese es el caso de
        cuatro hermanos sordos que, uno a uno, provenientes de una zona serrana del esta-
        do de Veracruz han arribado a Milpa Alta con la finalidad de encontrar trabajo. Tres
        de ellos se han introducido en la construcción, mientras que uno encontró empleo
        en el mole, un sector gastronómico arraigado a la localidad de San Pedro Atocpan,
        considerada por el gobierno como «barrio mágico». Una vez asentados en la zona de
        Milpa Alta, fueron abordados por los Testigos de Jehová. Pablo, uno de ellos, cuenta
        su experiencia de migración en función de la adquisición de las señas:

             Mi mamá y mi papá, ellos me mandaron a la escuela, pero el maestro me corrió, ¿pero ellos qué hi-
             cieron?, ellos (sus padres) nos dejaron hasta que crecimos, estábamos tranquilos, estábamos bien,
             pero mi papá y mi mamá no, solos crecimos así. Yo no sabía las señas, por ejemplo, de la madera,
             yo no sabía cómo era. Después aquí en México (Ciudad de México) aprendí señas. Los Testigos
             de Jehová me enseñaron (…) Estamos igual: Pedro, Paúl y yo (los tres hermanos), los Testigos de
             Jehová nos enseñaron (Pablo) 133


               Más adelante, en la entrevista colectiva, los hermanos sordos aclaran que
        fueron rechazados en la escuela porque no «hablaban». Un efecto no previsto de
        su migración habría sido el comenzar a aprender señas e integrarse a la religión, lo
        que supuso incorporar sus preceptos, como se dilucidará más adelante. Si bien la
        gran mayoría se integró a esta religión mediante la labor de predicación, también ha
        ocurrido que alguien llegue por su propia cuenta luego de encontrarse con un folleto
        de los Testigos de Jehová. Quizá la única experiencia de este tipo, al menos cuando
        estuve asistiendo, fue la de Manuel. Vale la pena exponerla con más detalle.


               Cuando lo conocí en 2018, tenía 33 años. Es originario de Milpa Alta y siem-
        pre ha vivido ahí. Alguna vez intentó usar aparatos auditivos, pero comenzó a tener
        mareos y dolor de cabeza, por lo que decidió quitárselos. Fue a la escuela hasta
        los diez años aproximadamente. En la institución educativa no había intérpretes de
        señas. Todo era oral y escrito. Por aquella época, desde muy joven, acostumbraba a
        laborar en el campo con su padre. A partir de los 17 años comenzó a trabajar como
        pintor. Dentro de su grupo de trabajo él es el único sordo.

        133   Se trata de 6 hermanos, de los cuales 4 son sordos. Pablo hace referencia a que Pedro, Paúl y él han aprendido señas
            con los Testigos, mientras que el cuarto hermano sordo, Porfirio, todavía estaba viviendo en Veracruz, residiendo tempo-
            ralmente en Milpa Alta y visitando esporádicamente a la Congregación.


                                             280
   275   276   277   278   279   280   281   282   283   284   285