Page 299 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Experiencias com-ún-itarias de iniciación en las señas




          oyente. Desde un punto de vista crítico, en este caso la discapacidad se configura
          como un «problema» individual de comunicación socialmente adjudicado a Jessica.
          La discapacidad no es, pues, una condición sensorial, sino una condición sociocultu-
          ral asociada con la falla comunicativa e impuesta a la persona.

                 Si bien bajo el mandato ejercido explícita o implícitamente por la sociedad
          oyente Jessica continúa haciendo uso de su voz y de la lectura labiofacial, no dejó de
          lado su identidad sorda y la socialización con la comunidad. La riqueza del pasaje
          anterior radica en que Jessica expresa cómo vincula el proceso individual de cambio
          identitario con la adhesión a una comunidad y cultura cuyo elemento más significa-
          tivo es la lengua de señas. No oír, en tanto que condición puramente sensorial, quedó
          atrás para dar paso al ser sorda.

                 En la cultura oyente, sin embargo, la condición de sordo o de sorda sigue
          reduciéndose a una cualidad sensorial, pero Jessica entendió que entre la misma
          comunidad sorda posee otro significado anclado a la dimensión cultural y lingüísti-
          ca. Ubicados en un contexto actual marcado por la preocupación social acerca de lo
          «políticamente correcto», Jessica se ha enfrentado a la duda sobre si decir «sordo» o
          «sorda» es o no es inadecuado:
                No sé si te conté una situación. Hace poco yo fui a hacer un trámite, entonces yo le dije al funcio-
                nario, estaba tomando mis datos y tenía que dar mi teléfono, y le digo: «ponga entre paréntesis es
                sorda», entonces él puso el primer paréntesis y no se atrevía a escribir la palabra «sorda» entonces
                una compañera suya a un lado le dijo: «con discapacidad», entonces ya él puso «discapacidad»
                y luego puso un guion y puso «capacidades diferentes», entonces se complican. Quizá no quieren
                cometer un error, pero cuándo la gente lee la palabra sordo entonces todo es muy claro esa per-
                sona no oye. Es muy claro, pero como que cuesta trabajo y para la comunidad sorda es de lo más
                normal que te nombren como sordo, como persona sorda, pero las personas piensen que tal vez
                no esté bien enunciar lo de esa manera, que quizá nos puedan acusar, pero no. Ellos piensan que
                quizá sea ofensivo sea un término no adecuado (Jessica).

                 Quizá no todos los sordos arriben a conclusiones como las expuestas por
          Jessica, empero, en la práctica se pone de relieve la inclinación por asumirse como
          sordos sensorial y lingüísticamente hablando. No pocas de las personas con las que
          dialogué manifestaron malestares con el uso de aparatos auditivos, mientras que al
          mismo tiempo se hallaban más seguras y cómodas con la lengua de señas. La iden-
          tidad como sordos señantes es transversal a los grupos con los que trabajé. Incluso
          mucho más allá de lo local, actualmente se percibe con vigorosidad una suerte de
          identidad global, como señalara en algún evento Alondra, una de las impulsoras de


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