Page 302 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
Cuando te dan la noticia de que tu hijo es sordo, pues dices: «y ahora qué, qué voy a hacer» y te
pones a pensar mucho en su futuro: «qué que va a ser él, cómo se va a comunicar, en qué lo apoyo
o cómo le ayudo» (Mariana, madre oyente de Misael, niño sordo). 139
En la misma entrevista que sostuve con la familia de Roxana, su pareja
Eduardo completó la impresión sobre el tema del futuro siendo sordos: «los papás
se preocupan por el futuro, antes sólo oralización, nada de lengua de señas mexi-
cana, qué vamos a hacer en el futuro, de qué vamos a trabajar» (Eduardo). Citlalli
también comentó una preocupación similar de parte de la familia: «mi mamá estaba
muy triste, muy deprimida, sufría muchísimo, se hacía ideas de que yo no podría ir
a la escuela ni progresar».
En la familia de Roxana la incertidumbre y la preocupación se han repetido
en dos generaciones. Primero con relación a ella y sus hermanos, después cuando
Roxana iba a tener a sus hijas. Con un matiz similar Mariel, a quien conocí en Inclu-
Sor, cuenta: «cuando me embaracé (mis papás) tenían mucho miedo de que mis hi-
jos fueran a nacer sordos, pero a mí eso no me preocupaba». Una constante es, pues,
que tanto padres y futuros abuelos oyentes estén dominados por la incertidumbre
acerca de la condición y futuro de sus descendientes.
Tanto padres y madres, sordas y oyentes, concuerdan en que al tener un hijo
sordo inmediatamente su futuro se vislumbra sombrío. Sin embargo, para Roxana y
Eduardo esta es una idea suscrita por sus familiares oyentes, la cual no comparten.
Abrevando de Aristóteles, desde la filosofía se sostiene que lo «contingente» refiere
a todo aquel suceso que es ni imposible ni necesario, es decir, tanto posible como no
necesario (Lacey, 1996); ¿es posible que nazca un hijo sordo?: sí, incluso en familias
sin antecedentes genéticos, y ¿es necesario?: no, según el punto de vista oyente. Em-
pero, para las parejas sordas la ecuación sería distinta: es posible que nazca un hijo
sordo, pero no precisamente es innecesario.
No es que padres y madres sordas señalen que sea necesario concebir hijos
sordos, sino que en su lectura tenerlos deja de ser no necesario, pues lo no necesario
alude a un suceso negativo. Como se verá enseguida, para Roxana y Eduardo engen-
139 Es sugerente el hecho de que, entre varios sordos, padres o madres oyentes y sordos postlingüistas, las dudas sobre el
futuro comiencen con la incertidumbre acerca de si podrán transportarse de manera autónoma, como también expresa-
ron Miriam, una joven sorda postlingüista: «qué tonta fui creyendo lo que decían las personas de ser sorda que me hacía
sentir tan chiquita. Sí puedo salir, soy capaz de hacer cualquier cosa…» y Selma, madre de un niño sordo: «me sorprendía
el hecho de que una persona (sorda) hasta pudiera viajar sola porque yo decía: ‘es que siempre tiene que ir con alguien
para comprar su boleto y cómo...’».
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