Page 294 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        lentino, 2019) enfocada en aparatos auditivos e implante coclear se ha encargado
        de difundirlo. En esta lógica, nacer sordo sería desfavorable para la adquisición de
        la lengua oral y cuanto más tiempo pase, más difícil será aprender.


               Aquí vale la pena recordar nuevamente que son considerados sordos «post-
        lingüistas»  aquellos  que nacieron oyentes, aprendieron un idioma  oral  y tiempo
        después comenzaron a perder la audición. Esto significaría que los sordos de naci-
        miento y que su primera lengua fue la de señas, no son «lingüistas». Así las cosas,
        mediante determinados términos se sigue reduciendo y reproduciendo la idea de
        que lo lingüístico se ciñe a los idiomas orales y escritos.

               Muchas personas con las que trabajé, sordas desde nacer o al poco tiem-
        po, efectivamente manifestaron dificultades con el español en la intención de oírlo,
        verbalizarlo y escribirlo. Sin embargo, también coinciden en señalar que cuando
        comenzaron a aprender señas, independientemente de si fue en la niñez, la juventud
        o la adultez, lo hicieron a una velocidad mucho mayor, como deja entrever Cristina
        en el extracto anterior de su relato.


               Anteriormente se expuso que, entre los Testigos de Jehová sordos de Milpa
        Alta, Graciela había aprendido sus primeras señas en una escuela, pero al entrar
        en contacto con este grupo religioso, en un solo año incrementó notablemente su
        habilidad con las señas. Lo anterior revela que el problema no es precisamente el
        momento de pérdida de audición y la edad en la que se comienza a aprender una
        lengua oral, sino la incompatibilidad entre un sistema lingüístico oral y la condición
        sensorial y el modo visual de entender el mundo por parte de los sordos. Además,
        unido a la celeridad de aprendizaje, se hallan la comprensión y la facultad de comu-
        nicación que se ha conseguido por medio de las señas:

             Toda mi vida desde que era niña, mi manera de convivir, de comunicarme, era por la oralización y
             era muy complicado. A veces algunos hablaban muy bien, pero a veces no hablaban de manera muy
             clara, entonces era difícil entenderlos, pero al yo descubrir la lengua de señas mexicana, claro, me
             doy cuenta, yo hago una reflexión, están oralizando muchísimas palabras qué se parecen: «mala»,
             «pala», por ejemplo, son muy parecidas entonces a veces yo me equivocaba al hacer la lectura la-
             biofacial y yo decía bueno, que me están diciendo: «¿mala?, que yo soy mala?» (risa) pero pues la
             otra persona me estaba hablando de una pala, entonces yo decía: «no, ¿yo soy mala?, ¿porque soy
             mala?» y la comunicación se perdió y para mí fue mucho mejor la lengua de señas porque puedo
             tener una comunicación clara y efectiva, porque es verdad, para estar leyendo los labios hay muchas
             palabras complicadas y para saber cuál es la palabra que están utilizando, eso es lo complicado (…)
             esa fue mi reflexión, fue una lástima que aprendiera de manera tardía la lengua de señas (Marcela).



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