Page 410 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
Se cree que los avances ganados por las comunidades indígenas deberían de ser
aplicados a la comunidad sorda o al menos servir de camino a seguir.
En la lucha por ubicarse ante en el Estado en un nicho cercano al que se labró
con los pueblos indígenas, algunos colaboradores han incorporado este brío, como
los intérpretes de señas. Durante la reunión que MEBISOR realizó en mayo de 2019
con el objetivo de discutir el tema de la educación bilingüe con sordos de distintas
regiones del país, se contempló incluir la realización de talleres de capacitación para
intérpretes. Mi asistencia se logró gracias a IncluSor. En una de las sesiones, Gilber-
to, el instructor, introdujo una pregunta sugerente: «antes de conocer a personas
sordas, relacionarse y volverse intérpretes, ¿qué pensaban de ellas?». Las respues-
tas fueron muy concretas: que hacían mímica, tienen discapacidad, ¡pobrecitos!, son
«sorditos», son silentes. Gilberto recordó que también se les identifica con personas
con discapacidad intelectual (un mito antiguo, ver capítulo I) o que son «muditos».
La idea de comenzar con esta pregunta era recordarles cuáles son las formas
posibles de representar a una persona sorda ante un legislador por medio de la in-
terpretación de señas. Este escenario sucedería cuando el intérprete debe pasar el
mensaje de señas a voz para la audiencia. Recordó que muchos intérpretes siguen
transmitiendo la idea de «discapacidad» que como sordos y sobre todo como parte
de una comunidad: «los legisladores ya saben que los indígenas son de una comu-
nidad, pero de los sordos no…» recordó. Por esta poderosa razón, alentó a los intér-
pretes a recuperar el mensaje de los sordos que están dialogando continuamente
con los diputados, para dejar en claro que no son «discapacitados», sino que forman
parte de una comunidad lingüística.
Ahora bien, la idea de aproximarse a dichas comunidades, no se reduce a
una norma jurídica. Algunos sordos consideran que su comunidad es una etnia. La
lengua se erige como el elemento cardinal que evidencia su existencia como grupo
étnico. En esta posición también se suele mencionar su historia compartida. Inclu-
so se ha llegado a indicar que, a la falta de un territorio común como sí poseen los
pueblos indígenas, los sordos han forjado los suyos, refiriéndose a los lugares donde
arraigaron su presencia (ver capítulo III). La opresión a la que se han visto someti-
das las comunidades indígenas y sordas (las segundas sobre todo desde el punto de
vista comunicativo y médico), también hace pensar a más de uno sobre su cercanía.
Similar al basamento académico relativo a la crítica y distanciamiento de la
categoría de discapacidad, sobre la cuestión étnica también es posible hallar una
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