Page 411 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Relaciones con el Estado, espacio público y
                                  sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos



          literatura importante, la cual, de hecho, es más antigua, pues comenzó a proliferar
          desde mediados de la década de los setenta (Lane, Pillard y Hedberg, 2010). Varios
          de los aspectos arriba señalados, provenientes de los discursos de algunas personas
          con la que interactué, se encuentran contenidos en la literatura. Sin embargo, los
          esfuerzos de académicos sordos y oyentes han ido incorporando y sistematizando
          cada vez más elementos.

                 Estos son: 1) en primera instancia, el marcador lingüístico; 2) una rica histo-
          ria «oral» (o señada) que condensa relatos, leyendas, humor y mitos; 3) relaciones
          de cooperación y solidaridad; 4) valores y las normas de comportamiento que inclu-
          yen el «bautizar» a los integrantes con un nombre en señas, las formas pertinentes
          de señar (por ejemplo, es mal visto señar y hablar con la voz al mismo tiempo) o
          todo lo relacionado con la participación de los intérpretes; 181   5) el conocimiento
          relativo a su historia, la relación con los oyentes o su lengua y la forma de producir-
          lo, el cual se vincula con la centralidad de lo visual y la ontología sorda, es decir, la
          forma de estar en el mundo; 6) una estructura organizativa que va de lo local a lo
          global y que incluye instituciones (asociaciones, familias con varias generaciones de
          sordos, escuelas, iglesias, clubes deportivos) así como la organización de eventos de
          todo tipo: artísticos, políticos, conmemorativos; 7) sentidos de parentesco más allá
          de la familia biológica (la mayoría de los sordos proviene de familias oyentes); 8)
          procesos endogámicos de reproducción biológica; 9) compartir rasgos físicos (la au-
          dición); 10) la noción de un origen común, la cual suele vincularse con instituciones
          como determinadas escuelas fundacionales para sordos como sucedió en México;
          11) por lo tanto, el compartir una historia; 12) expresiones artísticas, por ejemplo,
          visual vernacular o ASL Slam que refieren a formas de contar historias y narrar poe-
          sía, además de pintura, artes plásticas, cine y otras formas de expresión; 13) formar
          parte de una diáspora; 14) la construcción de sus territorios de encuentro y socia-
          lización y; 15) y el compartir historias de opresión, estigmatización, colonización
          y resistencia (Batterbury, Ladd y Gulliver, 2007; Eckert, 2010; Erting, 1978; Ladd y
          Lane, 2013; Lane, 2005; Lane, Pillard y Hedberg, 2010). 182



          181   Precisamente en el taller de intérpretes en el evento de MEBISOR en Chihuahua se discutió si la asignación de una seña a
              cada persona, la cual se relaciona casi siempre con un rasgo físico de la persona y que puede ser inicializada (por ejemplo,
              mi seña es con la letra «G» de Gabriel y hace alusión al modo en el que habitualmente me peino) es realmente un nombre o
              un simple apodo. Algunos insistieron en que realmente es un nombre en lengua de señas y no un sobrenombre.
          182   El cuadro que presento engloba los elementos que cada autor o conjunto de autores ha enfatizado. No todos plantean
              cada uno de los aspectos señalados, aunque muchos llegan a coincidir. Por ejemplo, Batterbury, Ladd y Gulliver (2007)
              enfatizan mucho más la dimensión territorial. Asimismo, el libro de Lane, Pillard y Hedberg (2010) es uno de los trabajos que
              ha condensado la mayor parte de atributos asociados con la etnicidad sorda.


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