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Gabriel Tolentino Tapia
Impaired Against Segregation (UPIAS) en Inglaterra e Independent Living Move-
ment en Estados Unidos agrupaban a personas con discapacidad física, pronto se
adhirieron otros grupos y movimientos como los de las personas sordas, ciegas y
con discapacidad intelectual. Por ejemplo, entre la década de los ochenta y noventa
las personas sordas se involucraron en el proyecto Americans with Disabilities Act,
haciendo suya la causa que buscaba generar otro régimen jurídico más propositivo
para las personas con discapacidad en Estados Unidos (Tucker, 1997). 176
Las personas sordas también participaron en la elaboración de la Conven-
ción internacional de las personas con discapacidad, la cual entró en vigor en 2008.
Molina (2007) relata que su representación se gestionó a partir de la Federación
Mundial de Sordos y asociaciones nacionales de diversos países, incluidos de Amé-
rica Latina. La Convención era vital, en tanto que se consideraba el reconocimien-
to político y jurídico de la identidad, la cultura y lengua de señas por parte de los
Estados que firmarían dicho documento. Tal reconocimiento se vería reflejado en
ámbitos como la educación y los medios de comunicación, incluidos los privados y
los públicos. El Estado mexicano firmó la Convención, con lo que reforzó un marco
específico de identificación y de acción política. Aunque, como se describirá unos
párrafos más adelante, no ha sido suficiente para que se materialicen las demandas
de la comunidad sorda.
Pese a la suscripción de procesos como el de la Convención, dentro del ámbi-
to académico y del activismo social, es bien conocida la negación de la discapacidad
como «etiqueta» por parte de algunos grupos de sordos, especialmente aquellos
que se encuentran activos en el terreno político y cultural. Probablemente la es-
cisión entre asumirse como Sordos e identificarse con la discapacidad comenzó a
hacerse más notoria desde la década de los noventa. Obedece al proceso de forma-
ción de una identidad basada en la lengua de señas, en el cual la discapacidad quedó
asociada exclusivamente con la deficiencia, la enfermedad y la rehabilitación audi-
tivo-oral que precisamente los sordos estaban tratando de repeler para favorecer la
lengua de señas.
En el terreno académico, una vasta literatura lingüística y antropológica,
176 El documental Crip camp estrenado en 2020 por Netflix, el cual retrata el movimiento de personas con discapacidad
en la década de los setenta en Estados Unidos también deja ver la participación de personas sordas. Por su parte, Lane,
Hoffmeister y Bahan (1996) desestiman la participación de los sordos en el cabildeo de la Ley de Estadounidenses con
Discapacidades. De igual modo, manifiestan que las personas con discapacidad no se involucraron en aquellos movimien-
tos de sordos, como la conocida protesta para que hubiese un primer director sordo en la Universidad de Gallaudet en la
década de los ochenta.
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