Page 425 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Relaciones con el Estado, espacio público y
sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos
va más allá de los credos religiosos, a saber: la construcción de comunidad y de
conocimiento lingüístico. Considerados hermanos o parte de la organización de Je-
hová, no suelen autodenominarse como una comunidad. Es sugerente que Santiago
hable de una comunidad para referirse a las relaciones y al intercambio de cono-
cimientos entre sordos, pues tampoco apelan al discurso cultural y político de la
comunidad y la cultura sorda, tal como se entiende en otros grupos, por ejemplo, en
las asociaciones civiles.
La perspectiva sobre el sujeto sordo y la lengua de señas abreva de una mira-
da compasiva en la que, para algunos de sus miembros oyentes, los sordos no dejan
de ser dependientes y las señas son, sí un idioma, pero más «simplificado» o incluso
un «invento» para poderse comunicar con los que no tienen «habla», como un día
me indicó cierto miembro de la congregación de Milpa Alta. La palabra «invento»
me hizo pensar que en realidad todas las lenguas son inventadas, pero la historia,
desarrollo gramatical y larga transmisión generacional de las lenguas orales (y no
todas del mismo modo) entre otros elementos, les dota de naturalidad y hegemonía,
haciendo parecer que las lenguas de señas son simples artefactos de comunicación
medianamente eficaces, improvisados, artificiales, sin historia, exentos de etimolo-
gías y carentes de gramática.
Incluidos en un contexto donde circulan las creencias descritas acerca de
la lengua de señas y el ser sordo, se esperaría que sean suscritas por los mismos
sordos. La promesa de oír en el Reino de Dios no es cuestionada por los sordos; la
promesa de una comunidad utópica comienza aquí en la Tierra con la adopción de
los valores y creencias del grupo. Sin embargo, no demuestran vivir impacientes por
acceder a su nueva condición auditiva y oral. En cuanto al sentido utilitario de las
señas, esta es una concepción asumida y comentada por oyentes que forman parte
de las congregaciones de señas o que están de cerca con dicho idioma en la Sucursal.
En la práctica, los sordos demuestran apropiarse de las señas aquí en la Tierra mien-
tras no haya algo más que un sistema de cosas. Santiago llega a reconocer que se
forma comunidad basada en el idioma y que se comparten conocimientos: lo mismo
ocurre en los andenes y escaleras del Metro, en la asociación civil o en el Templo ca-
tólico. En este tenor, los Testigos de Jehová muestran la ambivalencia de reconocer
la cualidad comunicativa de las señas, pero considerándola un mero instrumento.
No obstante, en las congregaciones de señas los oyentes, aun cuando ha-
yan pasado años con sordos, cualquier día podrían regresar a congregaciones de su
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