Page 463 - Más allá de la razón oyente digital digital
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¿Quién es el sujeto Sordo? Capitales comunicativos y liderazgo




          formó una familia de integrantes sordos, participa constantemente en la comunidad
          y se volvió activista. Para Wrigley (1996) es preciso identificar procesos de exclu-
          sión de algunos sordos identificados como oyentes, con la finalidad de tratar de pro-
          piciar un acercamiento y modificar positivamente sus experiencias de sordos.


          3. El implante (coclear) de una discusión


          Aunado a la hipoacusia, el uso de extensiones técnicas para mejorar o potenciar
          la capacidad de oír, son susceptibles de generar debate. En las páginas previas he
          abordado algunas vivencias en las que el aparato auditivo entra en conjunción con la
          hipoacusia como tema de controversia. Además de tal artefacto, el implante coclear
          es un artefacto por medio del cual también se pretende acercar a las personas a la
          experiencia sonora. Empero, su objetivo principal es, ante todo, producir el habla
          oral y facilitar la lectura labio-facial. 211  De hecho, mucha publicidad sobre el im-
          plante coclear se centra en la adquisición del habla oral.

                 A diferencia del aparato auditivo, la hipoacusia y el implante coclear tienden
          a levantar más polémica, generando posiciones encontradas. Concordando con Ho-
          gan (1998), se trata de un objeto revestido de diferentes significados para distintas
          personas: puede concebirse como un dispositivo médico-tecnológico, un producto
          comercial, una cura y así sucesivamente. Mientras que los aparatos auditivos se co-
          locan de manera externa, el implante conlleva no sólo un gasto económico superior,
          sino también una intervención quirúrgica. En mi opinión, esta diferencia representa
          un paso más profundo en la pretensión de acercarse al mundo oyente. Por tal razón,
          tiene implicaciones importantes a nivel identitario y cultural.


                 1957 es clave en los antecedentes del implante coclear, pues en ese año se
          realizó en Francia el primer ejercicio quirúrgico de colocación en una persona. Tres
          años más tarde, Stokoe (2005) publicó en Estados Unidos Sign language structure: an

          211   En este segundo caso, la captación sonora facilita la interpretación de los movimientos de la boca y el rostro, sin embar-
              go, la lectura labio-facial no depende enteramente de un entrenamiento auditivo. Incluso sordos profundos también la
              pueden desarrollar, como comentó una persona que adquirió este atributo: «aprendí a leer los labios automáticamente
              desde la niñez y lo que se necesita es convivir mucho con el oyente, ahí tú lees mucho los labios. Se puede aprender con
              terapia, pero ¡ufff! es importante la convivencia con el oyente». Cabe añadir que con la llegada de la pandemia por CO-
              VID-19 y la consecuente adopción del cubre bocas, muchas personas acostumbradas a la lectura labio-facial se enfren-
              taron a un nuevo problema de comunicación. Tratando de atender esta dificultad, se desarrollaron algunos mecanismos
              de protección que al mismo tiempo permitían la visibilidad de la boca. Además, en condiciones habituales, la lectura labio
              facial se facilita cuando no hay obstrucciones visuales como el bigote y la barba crecida. Para algunas personas que
              conocí, el grosor de los labios también es importante: a más delgadez, más es la dificultad de leerlos.

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