Page 476 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
ditivo-oral. Lo paradójico en países como México es que las leyes de reconocimiento
lingüístico de las señas conviven con leyes que incentivan el implante coclear. 221 Al
tratarse de un método que atenta contra la diversidad sociocultural y lingüística,
algunos autores afirman que los Estados no deberían promover ni financiar la im-
plantación coclear (Pott, 2019; Sparrow, 2005).
Dentro de la extensa literatura sobre las controversias que rodean al im-
plante coclear, se ha dicho que los padres suelen entrar en tensión constante con
la comunidad sorda, pues en sus manos recae la decisión de proceder o no con la
cirugía de sus hijos sordos (Balkany, Hodges y Goodman, 1996; Blume, 2010; Maul-
din, 2012; Christiansen y Leigh, 2002; Hélade, 2002). No obstante, en el programa
de En traducción son palmarias las historias en las que padres y madres sordas, que
además provienen de familias reconocidas en la comunidad por tener varios inte-
grantes sordos, son quienes decidieron implantar a sus hijos e hijas. Este fenómeno
es indicativo acerca de la penetración del implante coclear en la comunidad sorda,
pero que, ante los pronósticos más desalentadores, no precisamente implicó la diso-
lución de los sordos señantes.
En otro programa de En Traducción se había abordado el mismo asunto:
uno de los presentadores indicó que proviene de una familia reconocida por contar
con varios miembros sordos. Su hija marcó una diferencia, dado que fue implantada.
Similar al discurso de Hilda, el presentador sostuvo que la decisión se basó en la
idea de que su hija tuviera «acceso a los dos mundos». El acto no fue bien visto por
diversos miembros de la comunidad al saber que él y su hija provienen de varias
generaciones de sordos.
Entonces, el padre de familia que forma parte de En traducción e Hilda la
madre que participó en el programa contando su experiencia, se hallan en una
disyuntiva de orden social y cultural. Por una parte, aceptar que es preciso escu-
char y hablar para participar de las oportunidades desigualmente distribuidas entre
sordos y oyentes. Por otro lado, son conscientes del valor de las señas en términos
identitarios y culturales. Por esta razón, no es posible asumir la tesis de que la acep-
tación del implante coclear entre sordos signifique asumir un audismo interiorizado
sin reflexión alguna. Se interpreta que mientras la audición y el habla podrían per-
mitir a sus respectivas hijas desenvolverse en la sociedad mayoritaria, esto es, ser
221 Un caso excepcional a nivel mundial es el de Suecia. Se dice que las leyes de aquel país instan a que primero se
aprenda lengua de señas antes de buscar la implantación coclear (Samp, 2010; Hult y Compton, 2012; Bagga, 2004).
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