Page 547 - Más allá de la razón oyente digital digital
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La lengua de señas como acervo disputado
por una actriz oyente que actuaba como sorda y que se comunicaba por medio de la
American Sign Languaje (ASL). 258
En este sentido, CODA reimpulsó un fenómeno que ya venía de años atrás:
¿es este un fenómeno positivo? Podría indicarse que sí, en virtud de que da mayor
visibilidad pública al idioma y a sus hablantes. No obstante, al interior de la comu-
nidad, la demanda externa (oyente) está dando lugar a problemáticas que muchos
oyentes, en su calidad de solicitantes de cursos o instructores, ignoran, evaden o mi-
nimizan. Acudiendo a una regla básica de la economía, si hay demanda habrá oferta.
En Facebook y otras redes virtuales proliferan grupos de sordos y de LSM. Basta con
introducir algunas palabras de búsqueda para acceder a estos foros y encontrar una
extendida oferta. De igual modo, si se pregunta dónde y con quién tomar un curso,
enseguida abundarán respuestas con recomendaciones.
El problema de la gran demanda es que empezó a producir fricciones en-
tre los ofertantes. Comenzaron a surgir interrogantes sobre quiénes pueden enseñar
lengua de señas, qué características deben poseer los instructores o cuál es la forma
adecuada de organizar un curso. La lengua de señas puede entenderse como un idio-
ma cuyo fin cotidiano es comunicar, pero también y cada vez con más ahínco, como
un «bien» en constante disputa de la que participan sordos y oyentes por igual.
En apariencia, la lengua de señas se encuentra disponible para quien lo
desee, en igualdad de condiciones de acceso. A primera vista constituye un acervo
intangible distribuido homogéneamente entre sus hablantes. Sin embargo, desde
una perspectiva sociológica, política y económica, está desigualmente distribuido;
a nivel técnico, no todos los miembros de esta minoría lingüística (lo que por ex-
tensión incluiría a los oyentes practicantes de la LMS) poseen el mismo cúmulo de
señas aprendidas y utilizadas correctamente según los usos gramaticales aceptados.
Tampoco todos poseen la misma autoridad sobre la lengua; sólo algunos estarán en
condiciones de aceptar, promover o negar una seña, por ejemplo.
En consecuencia, la lengua de señas es objeto de disputas por su definición
(cuáles son las señas válidas), apropiación (cómo es aprendida y en qué condicio-
nes) y uso legítimo (quién puede, por ejemplo, ser profesor de señas). Tal como se-
ñala Bourdieu (1985), más allá de su sentido plenamente lingüístico y comunicativo
258 Similar a las producciones que he mencionado, esta también generó aprobaciones y descontentos, en este caso
porque aun cuando se puso atención a una correcta comunicación en ASL, la actriz es oyente.
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