Page 576 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        sobre estos proyectos. Además, la información que se ofrece en internet es breve, sin
        embargo, el rumor que proviene de la comunidad constituye un aspecto que desde
        la política institucional no debería de tomarse a la ligera.


               Más allá de la responsabilidad que se adjudica a quienes deciden presen-
        tarse como instructores de señas, es necesario cuestionar el papel de la gente que
        demanda cursos. A menudo los oyentes reflexionamos poco sobre cómo nuestras
        prácticas están afectando a la comunidad sorda. No es que la cultura oyente sea
        opresiva por naturaleza, sino más bien de lo que se trata es poner atención a las
        relaciones concretas en las que se producen y reproducen vínculos de sujeción y
        afectación. Uno de estos vínculos se relaciona justamente con la solicitud de cursos
        con la finalidad de aprender LSM, pero sin calcular los efectos de la acción.

               En los cursos que tomé durante el trabajo de campo, una pregunta obligada
        a mis compañeros era por qué se habían interesado por las señas. Las respuestas
        fueron muy diversas. Algunos consideraban que era por mera curiosidad. Otras per-
        sonas estaban ahí porque tenían algún familiar (aunque no era la respuesta más
        común) y otras tantas decían que lo intentaban aplicar a su trabajo (principalmente
        el sector salud y educación, pero también el arte). Había gente que estaba ahí por-
        que deseaba ser más «inclusiva», tenía ganas de «ayudar» y quería «ponerse en los
        zapatos del otro».

               A primera vista, las intenciones parecen ser genuinas, sin embargo, algunas
        en el fondo están regidas todavía por un sentimiento de cariz conmiserativo y cen-
        trado en la buena acción del sujeto como forma de elevar su estatus moral. Por ejem-
        plo, en una ocasión escuché a un oyente decir que había tomado cursos de señas y
        que había llegado el tan esperado día en el que por fin se encontró con una persona
        sorda en la calle y pudo «ayudarla». Se trata de una acción que, además de centrarse
        en la autocomplacencia inclusiva, no fue solicitada por aquel sordo desconocido.

               Existe, pues, un  conjunto de discursos  benevolentes sobre aprender  se-
        ñas. 267  Unas líneas atrás describí cómo un integrante de En Traducción indicó que
        algunos oyentes recurren al discurso salvacionista y protector para enseñar LSM;
        uno similar se erige desde mucha gente que hoy se decide por aprender. Como tam-
        bién indiqué, la «máscara de la benevolencia» esgrimida por Lane (1992) precisa de
        extenderse a este tipo de prácticas.  De este modo, se erige una nueva dimensión de
        la razón oyente centrada más en los actos y reconocimiento público del «sujeto in-



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