Page 579 - Más allá de la razón oyente digital digital
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La lengua de señas como acervo disputado




          pese a que la mitad de los invitados eran sordos. Platicando con otro vagonero sor-
          do, me comentó que únicamente sentía un retumbar en el pecho, pero nada más. A
          lo largo de ambas fiestas los sordos no sólo pasaron de largo el ruido, sino también
          el baile. Dando poca importancia a lo que sucedía en la pista de baile, los sordos se
          entregaron a la socialización entre ellos, ocupando varias mesas.

                 En otra ocasión, luego de un evento político, acudimos a un bar a comer.
          Un par de sordos comenzaron a bailar por unos minutos y el resto observamos.
          Ante mi nueva experiencia, una intérprete que estaba a mi lado comentó que, si
          me daba cuenta, no a todos les agradaba el baile porque es algo que sienten lejano.
          Sin embargo, la música y el baile puede ser más cercana para quienes perdieron la
          audición años después de nacer o para quienes son hipoacúsicos. En ocasiones el
          Centro Clotet organiza eventos para recaudar fondos. Tal actividad consiste en ofre-
          cer comida y espacio para bailar, dado que muchos invitados son oyentes, aunque
          también gente con alguna pérdida auditiva. Ahí me encontré, por ejemplo, con una
          mujer ya adulta que llevaba años perdiendo la audición. Habíamos sido compañeros
          en un curso de LSM. Todavía utilizaba aparato auditivo.


                 En esa ocasión aprovechó para bailar, lo que me generó extrañeza, pues había
          entendido que estaba trabajando en aceptar su identidad sorda. El prejuicio que me
          dominó es aquel según el cual, aceptar ser sordo significa abandonar y negar de un día
          a otro todo elemento que se desprenda de la cultura oyente. Sin embargo, así como la
          audición, las prácticas culturales no están totalmente excluidas unas de otras.

                 Un par de estudios han documentado el baile y la coordinación del cuerpo y
          el grupo de bailarines entre sordos (Zadeh, 2022). Otras manifestaciones de acerca-
          miento a la música han sucedido con la promoción de chalecos vibratorios disponi-
          bles en festivales de música. 270  En este sentido, para autoras como Holmes (2017)
          y Friedner Helmreich (2012) las distancias entre la cultura sorda y la música no son
          tan extensas. Más allá del sonido se puede llegar a considerar que se escucha con
          todo el cuerpo, lo que incluye la dimensión visual y sensorial por medio de las vibra-
          ciones. En 2019 la celebración del primer festival de música para sordos y oyentes,
          denominado Cross and Beat prometía ser el primero en su tipo. Si bien no fue lo
          que se esperaba (por ejemplo, se rumoró que llevarían los famosos chalecos vibra-
          torios) el evento dejó ver la apertura de la comunidad ante eventos relacionados

          270   En 2018, durante la realización del festival de música «Corona Capital», los organizadores colaboraron con Silencio
               A.C. para promover el uso de los chalecos entre asistentes con algún nivel de afectación auditiva.


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