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La lengua de señas como acervo disputado




                 Por otro lado, si bien la mezcla de idiomas llega a ser debatida, el conoci-
          miento de dos o más idiomas de señas u orales, coloca a los sordos en un estatus
          distintivo por la apropiación de capitales lingüísticos que sobrepasan la LSM. La
          diferencia es que tales sordos saben dónde y cuándo utilizar, por ejemplo, ASL o
          LSM, procurando evitar mixturas lingüísticas. Para aprender LSA o sistema inter-
          nacional, generalmente implica haber viajado a otros países y acudir a eventos o
          instituciones de renombre a nivel internacional, lo que a su vez significa contar con
          capitales económicos mínimos. Desde luego, similar a los oyentes, muchos sordos
          habrán aprendido ASL por medio del flujo migratorio tachado de ilegal, pero sus
          condiciones serían distintas a los sordos que viajan en condiciones de legalidad.

                 Desde un punto de vista geográfico, la generación de señas se ubica en al me-
          nos cuatro escalas. Primero, señas o neologismos que surgen como acuerdos entre
          grupos en contextos relativamente reducidos como la escuela, asociación o iglesia.
          Dos, las que son empleadas en una región, por ejemplo, la seña particular de «ángel»
          en Monterrey. En tercer lugar, las que surgen e influyen en un contexto más nacional.
          Quizá señas relativamente recientes como «Uber» u «Oxxo» respondan a este anclaje.
          Por último, señas más globalizadas e importadas de la ASL o del sistema interna-
          cional. Según lo anterior, algunas fricciones por las señas pueden interpretarse en
          términos de escalas: por ejemplo, la influencia de señas originadas en la Ciudad de
          México sobre el resto del país o la presión que genera la ASL en todo el mundo. 273

                 Además de los debates que involucran casi exclusivamente a sordos, se hallan
          otros en los que participan oyentes. En este caso, la defensa de la lengua de señas se
          articula frente a la presencia de los oyentes en distintos contextos. En primer lugar,
          los esfuerzos de protección refieren a la lengua en sí misma: la influencia del español
          por medio de los oyentes en la inserción de señas inventadas o mal ejecutadas, la
          gramática, el español signado y exacto o el deletreo desmedido. En segundo lugar,
          las problemáticas aluden a formas de uso social y gestión de la LSM: la imposición
          cultural (canto y baile) según la percepción de determinados sordos, la impartición
          de cursos de señas, la elaboración de diccionarios y la práctica de interpretación.

          272   También se ha señalado que además de introducir señas ajenas, los jóvenes no se interesan por la historia de la comu-
               nidad. Nuevamente, pertenecer a una familia oyente extraña a la comunidad, impacta en la inculcación del aprendizaje
               histórico. En este sentido, las escuelas para sordos juegan un papel importante, dado que ahí sucede (o debería de
               suceder si no es así) la transmisión de conocimientos sobre la historia de su comunidad lingüística.
          273   En cuanto a las señas que se producen en el territorio nacional, al menos durante el trabajo de campo, no tuve noticia
               sobre fenómenos de autoría personal sobre las señas. Es decir, si bien determinados actores desempeñan el papel de
               «protectores», las señas no parecen adjudicarse a una persona. Toda seña debió de surgir por iniciativa de una o más
               personas en la interacción comunicativa, pero una vez que son aceptadas y se extienden, pasan al dominio de la propie-
               dad pública, de modo que sus creadores originales yacen en el anonimato.


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