Page 585 - Más allá de la razón oyente digital digital
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La lengua de señas como acervo disputado
de señar y usar socialmente las señas (con cursos o interpretación) responden a la
necesidad de preservar la legitimidad sobre el elemento cardinal que da lugar a la
comunidad sorda, el cual hasta hace poco tiempo era menos reconocido, pero hoy
visto por muchos oyentes con alguna utilidad simbólica y económica.
Ubicados en un marco de relaciones culturales de poder, las formas de apro-
piación del español por parte de sordos, no son las mismas que las formas de apro-
piación de la LSM por parte de oyentes. A menudo, en el primer caso se trata de
una imposición y una necesidad para acceder a determinados bienes y servicios.
En el segundo caso, no siempre quedan claras las intenciones. Además, como se ha
descrito a lo largo del capítulo, los objetivos implícitos o más explícitos esgrimidos
por los oyentes tienen como finalidad obtener una ventaja económica o simbólica
de la LSM, no siempre respaldada por los sordos. Por lo tanto, mientras que muchos
sordos «deben» aprender español, los oyentes «deciden y desean» aprender LSM.
Una excepción serían los HOPS, dado que se ven empujados a aprender LSM
desde corta edad por necesidad e influencia de sus padres y madres. Por otro lado,
el discurso oyente actual que refiere a las intenciones de «ayudar», ser «inclusivos»,
aprender señas o enseñar señas por «amor» a las mismas señas y a los sordos, debe
tomarse con mesura. Puede expresar otra modalidad de la «máscara de la benevo-
lencia» (Lane, 1992) y un «porno inspiracional» (Young, 2012), cuyo discurso de
«buenas intenciones» encubre objetivos morales, económicos y simbólicos perso-
nales, los cuales, además, perjudican social y económicamente a los sordos y a la
cualidad de la lengua de señas. 274
En este sentido, es necesario insistir sobre la diferencia entre las discusio-
nes que las personas sordas mantienen entre sí, de las que involucran a oyentes. En
el primer caso, si bien operan distinciones de clase y por acumulación de capitales,
en el segundo se incorpora otra dimensión de poder relativa a la condición de oyen-
tes. Frente a estas situaciones, habrá de comprenderse que no es la misma situación
cuando una persona sorda realiza una configuración «incorrecta» de determinada
seña o ejecuta un español signado, a cuando lo realiza un oyente. 275 Estas prácticas
entre sordos podrían responder a la influencia del español, pero entre oyentes no se
274 Aunado al discurso que posiciona el aprendizaje o la enseñanza de señas por parte de oyentes como una práctica
inclusiva, en años recientes se ha forjado y diseminado en redes sociales virtuales otro discurso según la cual, lo verda-
deramente inclusivo no está en cambiar letras (aludiendo a cuestiones de género) sino en aprender Braille o LSM. En
realidad, este falso posicionamiento toma como «rehenes» temas alusivos a la discapacidad y a los sordos para causas
lingüístico-políticas poco preocupadas realmente por los usos y sentidos tanto del Braille como de la LSM.
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