Page 590 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        vía puesto en circulación por oyentes indica que la LSM está limitada a diferencia del
        español porque no tiene conceptos para cada cosa y cuanto más sea especializada
        determinada esfera social, más estrecha se verá.


               Así, por ejemplo, es probable que no existan señas para los conceptos de «au-
        topoiesis» o para «motilidad»; uno proveniente de la biología y el otro de la medicina,
        luego importados por las ciencias sociales; ¿esto se debería a que la LSM es una len-
        gua naturalmente limitada o a que todavía no hay sordos participando en las esferas
        en las que se emplean estos términos?, acudiendo a la metáfora del huevo y la gallina,
        ¿qué fue primero?: ¿la inserción social en un ámbito determinado o la aparición de
        la seña? La razón oyente opera excluyendo, por un lado, y por el otro, produciendo
        prejuicios sobre un hecho mismo que los emuladores de dicha razón propiciaron.

               Durante algunos eventos, físicos o virtuales, tuve oportunidad de identifi-
        car cómo entre personas sordas se daban a conocer nuevas señas relacionadas con
        un ámbito social particular, por ejemplo, la comunidad LGBTTTIQ+. Tales señas ha-
        brían sido fruto, según mi interpretación, del contacto que los sordos que se asumen
        como gais, lesbianas y así sucesivamente con gente oyente de la misma comunidad;
        socializados los términos, en algún momento se les asignaron señas. No tengo mu-
        chos elementos para describir la relación entre sordos y oyentes que forman parte
        de la comunidad LGBTTTIQ+, pero tal vez la identificación como grupos estigmati-
        zados por una o dos formas en el caso de los sordos, genere ciertas áreas de encuen-
        tro y colaboración. En otras, sin embargo, no sucede de igual manera, afectando en
        la producción lingüística señada.

               El género es otra dimensión que también afecta la posibilidad de más señas.
        Durante una clase de LSM discutíamos la seña de «vinagre». En ese momento nadie
        pareció recordar alguna, lo que hizo recordar a nuestra profesora que no se ha desa-
        rrollado con la misma soltura el vocabulario para cosas del hogar que para el mundo
        del fútbol, una industria promovida por la sociedad oyente todavía muy masculini-
        zada y apropiada por los sordos (hombres también en su mayoría) quienes verían
        más necesario generar señas para esta actividad que para otras.

               Con estas reflexiones he procurado retornar a la propuesta de esta inves-
        tigación, según la cual se ocupó de examinar cómo la razón oyente y la pluralidad
        se expresan, convergen y tensionan en el seno de la comunidad sorda. La mayoría
        de los ejemplos que he señalado en estas conclusiones, remiten a la dimensión so-



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