Page 588 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
Contrario a los grupos religiosos, algunos grupos de vagoneros, clubes so-
ciales y asociaciones civiles representan iniciativas forjadas por sordos. Sin embar-
go, la capacidad de establecer lugares durables en el tiempo o reproducibles en el
espacio, nunca ha sido sencillo. Algunas iniciativas oyentes comienzan por confi-
gurar redes de lugares durables en tiempo y en espacio, con cualidades y objetivos
distintos, además de producir identidades, distinciones y distanciamientos. No obs-
tante, es imposible demeritar la capacidad de agencia y, por lo tanto, de apropiación
de los sordos de las causas y lugares promovidos por oyentes. De ahí que la fe, por
ejemplo, sea compartida por los sordos.
En términos generales, al interior de la comunidad se realizan actividades
que en la sociedad oyente también se vislumbran: además de la religión, el deporte,
el trabajo, la política, el arte y así sucesivamente. Sin embargo, para los sordos la
oportunidad de participar en todas estas actividades no siempre ha ocurrido a la
misma velocidad y en las mismas condiciones. El ejemplo más nítido es la educa-
ción. El acceso a niveles cada vez más altos ha sido gradual, como si hubiese una
barrera invisible que actúa impidiendo a las personas sordas incorporarse mañana
mismo a las universidades o a los posgrados. Las escuelas, en tanto que gestionadas
comúnmente por oyentes, son, a diferencia de algunas religiones, espacios típica-
mente excluyentes. Mientras que algunas religiones llegan a la puerta del hogar por
medio de sus miembros capacitados en señas, a la escuela la persona sorda se debe
acercar, recorrer distancias muy largas y tocar una puerta que no siempre se abrirá.
Instituciones educativas y religiones, ambas gestionadas comúnmente por oyentes,
guardan objetivos de inclusión de sordos disímiles.
En consecuencia, si bien hay una pluralidad creciente al interior de la comu-
nidad sorda, esta también se muestra más lenta que en la sociedad oyente debido
a las concesiones que van otorgándose lentamente a través del tiempo. En más de
una ocasión, los eventos a los que acudí sirvieron para que sordos experimentados
en áreas como la salud, el deporte o el ejercicio de algún oficio platicaran sus expe-
riencias. Si bien parecía un gran esfuerzo el organizar eventos para platicar sobre
actividades «cotidianas», este tipo de acciones estaban expresando lo difícil que es
incorporarse a prácticas y lugares dominados por oyentes. Una vez que alguien abre
una puerta, allana el camino para que más sordos incursionen.
Cuando un grupo mínimo de sordos comienza a realizar la actividad nueva y
luego a encontrarse, emergen nuevas formas de asociación en la comunidad, como
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