Page 107 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 107

Construcción científico-estatal de anormalidad en la Ciudad de México




          cuerpo se constituía como el objeto de una exploración física, acompañada de in-
          terrogatorios. El cuerpo afectado sería el fundamento de los manuscritos médicos.
          La palabra oral y escrita era propiedad del médico. Al respecto, Cházaro (2011) ha
          reflexionado sobre la relación médico-paciente en el México del siglo XIX y la voz he-
          gemónica del primero que terminaba por diluir la del segundo. En este caso, dado el
          proceso de especialización médica que avanzaba, el oído se convertía en el «cuerpo»
          específico de observación, descripción y prescripción médica.

                 Los trabajos de Chaix y de Francisco Vázquez Gómez fueron publicados en la
          Gaceta Médica de México, pero por fuera de esta también vieron la luz otros escritos,
          una vez entrado el siglo XX. En 1910 el psiquiatra Juan Cordero redactó un trabajo
          titulado «Anomalías y sus tratamientos. Ensayo de vulgarización de Psiquiatría, y de
          organización de un sistema efectivo para la defensa social». Es quizá uno de los pri-
          meros trabajos que abordaba en México la cuestión de la audición desde el punto de
          vista sensorial y su vínculo con la parte psíquica: «Podemos pues decir, autorizada-
          mente, que la base de toda anomalía psíquica es una idea anómala; y que toda idea
          anómala es resultado de una percepción sensorial anormal ó morbosa» (las cursivas
          son del autor) (Cordero, 1910: 45). Continúa señalando que:

                Pero la percepción anómala ó morbosa de los excitantes puede consistir en tres eventos: la falta
                total de impresión y de excitación por atrofia sensoria, tales como la ceguera, la sordera y la
                atrofia en general, del ó de los órganos sensorios;  la percepción trunca ó eficiente del excitante,
                alterando las cualidades reales del excitante, como la desafinación del oído (sic), la miopía ó el
                presbitismo no corregidos, el Daltonismo, &., &.; y por último, la percepción exagerada del ex-
                citante adulterando tambien (sic) sus cualidades reales y efectivas, ejemplo: todas las formas de
                alucinación (Cordero. 1910: 45) (las cursivas son del autor).


                 Lo anterior significa que habría relación entre «percepción (auditiva) anó-
          mala» y «anomalía psíquica». De algún modo nos remite a la antigua relación entre
          el problema de razón y la falta de audición; problema que ahora intentaría abordar-
          se desde la moderna medicina psiquiátrica. Remitiéndome al epígrafe que abre este
          capítulo, no debe extrañar que aun con el establecimiento de la ENS en la segunda
          mitad del siglo XIX, coexistieran otras formas de administración de la población a
          través de instituciones de encierro y de control como el Hospital del Divino Salva-
          dor; institución que acogía a «mujeres dementes», incluyendo a mujeres «sordo-
          mudas e idiotas». Dado que en el siglo XIX todavía hay resquicios del vínculo entre
          falta de audición con la «imbecilidad» o la «idiotez», es difícil saber si efectivamente
          aquellas veintidós mujeres sordomudas encerradas en el Hospital del Divino Salva-
          dor hayan tenido también lo que hoy llamamos discapacidad intelectual.

                                                107
   102   103   104   105   106   107   108   109   110   111   112