Page 115 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 115
Construcción científico-estatal de anormalidad en la Ciudad de México
referencias aludían a las ciudades, especialmente la capital, lo que indica práctica-
mente muchos vacíos sobre la historia regional de la discapacidad en general y de
personas sordas en particular en México.
En otros países, al establecerse escuelas para personas sordas más allá de
sus respectivas capitales, fue posible contar con historias locales. En México, por
el contrario, hasta buena parte del siglo XX muchas instituciones se concentraron
en la Ciudad de México, aunque esa tentativa es vigente en determinados aspectos
educativos, de salud y de rehabilitación.
Haciendo un balance sobre el periodo que va del primer Congreso Higiénico
Pedagógico de 1882 a finales de la década de los treinta del siglo XX, puede señalar-
se el surgimiento de nuevas categorías médico-pedagógicas producidas con base en
los métodos científicos de observación y medición. Prácticas eminentemente impor-
tadas de los llamados países desarrollados, pero que seguramente sufrieron modifi-
caciones o adecuaciones al intentar aplicarse en el contexto local mexicano.
Las prácticas descritas no se habrían ceñido a la descripción y generación
de acervos de conocimiento, sino que tuvieron efectos prácticos en cuanto al es-
tablecimiento de instituciones públicas que se creía debían atender a poblaciones
infantiles ahora catalogadas. El saber médico-pedagógico y su institucionalización
fue posible gracias al auspicio del Estado. Este saber tuvo que gestionarse frente al
Estado y contar con su aval.
La construcción de la infancia anormal y la educación especial de la que se
habla no alcanza a especificar qué sucedería con los sordos bajo estos nuevos plan-
teamientos. Sin embargo, todo parece apuntar a que el oralismo se forjaría como
eje educativo. A ello debemos tomar en cuenta el cierre de la Escuela Nacional de
Sordomudos y Ciegos en 1937.
Esta escuela sería, además, el primer intento educativo de reunir a gente
con lo que hoy denominaríamos discapacidad visual y auditiva. Aunque como se ha
visto, desde finales del siglo XIX se perfilaba la clasificación y engrosamiento de las
filas de gente anormal, cuyo destino debía conjuntarse según la mirada médico-pe-
dagógica avalada por el Estado. De hecho, los trabajos de medición y clasificación
indican que gente con distintos tipos de discapacidad tenían contacto con escuelas
regulares. La Escuela Nacional de Sordomudos, luego de ciegos y sordomudos, no
habría sido la única en contenerlos.
115

