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Construcción científico-estatal de anormalidad en la Ciudad de México




          referencias aludían a las ciudades, especialmente la capital, lo que indica práctica-
          mente muchos vacíos sobre la historia regional de la discapacidad en general y de
          personas sordas en particular en México.

                 En otros países, al establecerse escuelas para personas sordas más allá de
          sus respectivas capitales, fue posible contar con historias locales. En México, por
          el contrario, hasta buena parte del siglo XX muchas instituciones se concentraron
          en la Ciudad de México, aunque esa tentativa es vigente en determinados aspectos
          educativos, de salud y de rehabilitación.

                 Haciendo un balance sobre el periodo que va del primer Congreso Higiénico
          Pedagógico de 1882 a finales de la década de los treinta del siglo XX, puede señalar-
          se el surgimiento de nuevas categorías médico-pedagógicas producidas con base en
          los métodos científicos de observación y medición. Prácticas eminentemente impor-
          tadas de los llamados países desarrollados, pero que seguramente sufrieron modifi-
          caciones o adecuaciones al intentar aplicarse en el contexto local mexicano.


                 Las prácticas descritas no se habrían ceñido a la descripción y generación
          de acervos de conocimiento, sino que tuvieron efectos prácticos en cuanto al es-
          tablecimiento de instituciones públicas que se creía debían atender a poblaciones
          infantiles ahora catalogadas. El saber médico-pedagógico y su institucionalización
          fue posible gracias al auspicio del Estado. Este saber tuvo que gestionarse frente al
          Estado y contar con su aval.

                 La construcción de la infancia anormal y la educación especial de la que se
          habla no alcanza a especificar qué sucedería con los sordos bajo estos nuevos plan-
          teamientos. Sin embargo, todo parece apuntar a que el oralismo se forjaría como
          eje educativo. A ello debemos tomar en cuenta el cierre de la Escuela Nacional de
          Sordomudos y Ciegos en 1937.

                 Esta escuela sería, además, el primer intento educativo de reunir a gente
          con lo que hoy denominaríamos discapacidad visual y auditiva. Aunque como se ha
          visto, desde finales del siglo XIX se perfilaba la clasificación y engrosamiento de las
          filas de gente anormal, cuyo destino debía conjuntarse según la mirada médico-pe-
          dagógica avalada por el Estado. De hecho, los trabajos de medición y clasificación
          indican que gente con distintos tipos de discapacidad tenían contacto con escuelas
          regulares. La Escuela Nacional de Sordomudos, luego de ciegos y sordomudos, no
          habría sido la única en contenerlos.

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