Page 256 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        sorda en la Ciudad de México, en el presente capítulo varios de esos lugares son
        interpelados desde las biografías. De lo que se trata es, pues, realizar el encuentro
        entre la «biografía Sorda» y la «geografía de lugares Sordos». En general, con el aná-
        lisis de un suceso biográfico clave, se pretende abonar a la discusión principal de la
        investigación, relacionada con la constatación de la pluralidad relativa a la comuni-
        dad sorda e influencia oyente. Esto es, parto de la premisa de que las distintas ex-
        periencias de primer encuentro con la comunidad sorda revelan un fenómeno que
        es al mismo tiempo singular y plural (según la vivencia única e irrepetible de cada
        sujeto) y compartido (independientemente de dónde, cómo y con quién suceda, es
        el mismo fenómeno de acceso lingüístico y social). Dicha experiencia, a su vez, no es
        ajena a la presencia y decisiones tomadas por oyentes.


        2. Idiomas y disposición socio-espacial


        Idealmente, cada individuo se halla en un contexto cultural que pone a su dispo-
        sición la oportunidad de aprender el idioma (o idiomas) que predomine en la so-
        ciedad a la que pertenezca, sin que precisamente tenga que hacerlo consciente el
        aprendiz o sus interlocutores. La difusión extendida y avasallante de la lengua y su
        inmanente proyección sobre el sujeto, sucede orgánica y sistemáticamente a través
        de cada interacción. Se hace patente, por ejemplo, al dialogar con familiares, encen-
        der la televisión, interactuar en el barrio, atestiguar un pleito entre vecinos, encen-
        der la radio, viajar en el transporte público o, más recientemente, cuando los hijos
        se «roban» el teléfono celular de algún familiar y comienzan a recibir una cantidad
        abismal de información, no sólo visual, sino también auditiva.


               Es como si no pudiésemos «renunciar» al hecho de incorporar y de repro-
        ducir la lengua que envuelve nuestro acontecer cotidiano. Desde luego, me refiero a
        la difusión sonora y oral de cualquier lengua. Su adquisición en el formato escrito y
        leído se forja mediante instituciones especiales que las sociedades «modernas» han
        creado para ello, donde probablemente la escuela sea el sitio por excelencia destina-
        do a este aprendizaje.

               Berger y Luckmann afirman que la realidad de la vida cotidiana se encuentra
        objetivada, es decir, formada por un orden de objetos que ya «han sido designados
        como objetos» (2003: 37) (las cursivas son de los autores) antes de nuestra existen-
        cia. Las cosas materiales e inmateriales de nuestro mundo poseen de antemano la



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