Page 262 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




               Quizá el cambio de época y las consecuentes transformaciones culturales
        acerca de lo que significan las señas, marquen la diferencia sobre el mismo hecho de
        contar con padre y madre sordos. Por ejemplo, ahorrarse tiempo, dinero y desgaste
        emocional vertido en las instituciones de rehabilitación. Aunque el líder sordo y Jaz-
        mín e Ilse comparten el hecho de tener padre y madre sordos, existe una diferencia
        importante en cómo fueron tratados.

               En la familia de Julieta, sus dos hijas también han tenido contacto con las
        señas desde muy corta edad, aunque ellas nacieron oyentes. De hecho, una de ellas
        se convirtió en intérprete. Julissa la más chica, sin embargo, comenzó a manifestar
        pérdida de la audición a los 17 años. Parece ser que los remanentes hereditarios
        comenzaron a declararse en su juventud. Este hecho supuso una resignificación de
        las señas, pues dejó de ser el idioma de sus padres, que ella empleaba para comu-
        nicarse con ellos, para comenzar a percibir que quizá debería de reapropiárselas y
        emplearlas con más ahínco, además de hacer otros cambios en su comunicación con
        los oyentes:
             (Cuando comenzó a descender su audición) tenía que ya manejar más las señas y aparte aprender
             a leer los labios. Yo le decía a la gente: «a ver espérame porque no te entendí» y repetir y repetir.
             Aparte antes el subtitulado en la televisión no lo usaba, ahora sí. Si me pones una película en es-
             pañol, olvídalo, no la veo, la tengo que poner en español subtitulado. Aparte cuando hablo muevo
             mucho las manos y eso no lo hacía (Julissa).


               A sus 32 años (en 2019, cuando la entrevisté) se declaraba como hipoacú-
        sica. Similar a Ilse y a Jazmín, Julissa ha conocido las señas desde corta edad, con la
        evidente diferencia de que ella experimentó la falta de audición como una pérdida
        gradual e indefinida, es decir, no se sabe con certeza si será sorda profunda o si
        el proceso se detendrá en algún momento. Aun cuando los familiares amortigüen
        la pérdida de audición y las señas estén disponibles, el volverse sordo no deja de
        presentarse como un suceso que desestabiliza el curso de vida y su inmanencia co-
        municativa. La nueva condición se expresa corporalmente y es percibida por Julissa
        cuando indica que comenzó a mover mucho más las manos.

               A diferencia de las experiencias hasta ahora referidas, donde la familia sorda
        se presenta como una red social que funciona a modo de soporte sociolingüístico,
        la mayoría se halla en una condición de singularidad, dispersión y distanciamiento
        socio-espacial del resto de la comunidad sorda. Nacer o volverse sordo en el seno
        de una familia sorda, significa también hacer extensivo por medio de esta, el con-


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