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Experiencias com-ún-itarias de iniciación en las señas




          cumpla una función sociolingüística, no precisamente programada para ello. Para
          participar en el deporte «para sordos» o entre sordos no parece ser un requisito
          saber LSM. El plano de distinción es la condición auditiva: es fútbol, basquetbol o
          voleibol entre sordos. Sólo después, mediante la interacción deportiva, se llega a
          aprender señas desde el inicio o a fortalecer el acervo lingüístico.

                 El mismo rol sociolingüístico se percibe en determinados contextos labora-
          les, como sucede con los vagoneros sordos en el Metro. Ahí los pasillos, escaleras y
          vagones son más que sitios para que los sordos desarrollen un trabajo abiertamente
          elegido o como resultado del constreñimiento educativo y laboral. En lo profundo o
          alto del Metro, también se produce y reproduce un conocimiento lingüístico asocia-
          do a las señas.

                 El Metro se caracteriza por su hibridez: confluye lo familiar y lo laboral. En
          efecto, similar a los órdenes consanguíneos que se instituyen entre vagoneros oyen-
          tes, con los sordos el acceso al trabajo también llega a estar mediado por relaciones
          familiares y de amistad. Quizá se creería que quienes arriban al Metro en calidad de
          sordos para disponerse a vender dulces, chocolates, libretas, lapiceros o libros para
          colorear cuentan ya con un amplio dominio de las señas, sin embargo, no siempre
          es así. De hecho, entre los oyentes, más bien se llega a dudar de que los vagoneros
          sean Sordos. Algunas discusiones en Facebook lo ponen de manifiesto y también lo
          percibí acompañándolos en los vagones: más de una ocasión escuché murmullos
          de los pasajeros poniendo en duda su condición auditiva. Como habrá oportunidad
          de exponer en el siguiente capítulo, en realidad la división sordo-oyente entre los
          vagoneros sordos es más difícil de asir.


                 Lo que en este momento se desea comunicar es que el Metro constituye un
          sitio poco reconocido en cuanto a la transmisión de la LSM. Suponer que la presencia
          de los vagoneros sordos se reduce a colocar sus productos entre los pasajeros, obnu-
          bila toda la interacción organizativa y comunicacional que ahí se gesta cotidianamen-
          te. El Metro es otro ámbito donde las señas se ponen a disposición de los sordos.


                 Edith forma parte de los vagoneros sordos adscritos a la línea 3. Su herma-
          na Martha también es sorda. Edith comenta que desafortunadamente cuando eran
          niñas vivieron separadas. Una quedó a cargo del padre y la otra de la madre. En esta
          ruptura, mientras que Martha gozó del encuentro familiar con más integrantes sor-
          dos, lo que le permitió aprender señas, Edith quedó desprovista de esta posibilidad:



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