Page 288 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia



             Mi papá y mi mamá, yo veía que tenía muchos conflictos y pues ellos se divorciaron. Yo me puse
             muy triste, yo me fui con mi abuela por parte de mi papá. Yo extrañaba a mi hermana. De ahí
             nos encontramos nuevamente y mi mamá me explicó: «es que ella es tu hermana» y entonces así
             fuimos creciendo. En la familia de mi papá eran oyentes, no sabían señas y fue así como, pues,
             aprendí muy poquito (Edith).


               Al reencuentro, Edith comenzó a interactuar no sólo con su hermana Mar-
        tha, sino también con la expareja de su hermana que es José (también sordo), el
        primo de José que igualmente es sordo (Miguel) y el resto de los vagoneros sordos.
        En ese ambiente Edith expresa un doble aprendizaje: «José, Miguel, mi hermana me
        enseñaron, me guiaron, me enseñaron lengua de señas, me enseñaron a vender en el
        Metro y es así como he ido aprendiendo lengua de señas (aplaude) (Edith)». Flavia,
        otra compañera de los vagoneros, señala una situación más o menos similar: «mis
        compañeros (del Metro) ya sabían más señas. Mis hermanos iban a San Hipólito.
        Igual que mis compañeros ingresaron a San Hipólito y fue cuando ellos aprendieron
        lengua de señas y ellos me enseñaron lengua de señas. Es así que gracias a ellos he
        aprendido lengua de señas» (Flavia).

               Los idiomas forman parte principal de los acervos culturales transmitidos.
        Es como si las señas practicadas en el Templo de San Hipólito se trasladaron a las
        vías del Metro (de hecho, la línea 3 pasa por el Templo). También será objeto de dis-
        cusión del siguiente capítulo, pero vale la pena dejar constancia de que las escaleras
        y los pasillos son sitios donde todo el tiempo se está aprendiendo señas entre los
        mismos sordos; no es un tipo de aprendizaje que en determinado momento finalice.

               Podría indicarse que ahí tuve otras maestras y maestros de las señas; señas
        que incluso en otros lugares no vi, aunque también me percaté de que yo presentaba
        señas de otros lugares que ellos no reconocían. Algunas veces me corrigieron señas
        que había aprendido en otros sitios, pero que ellos consideraban equívocas. Frente a
        lo que parece ser una suerte de diferencias dialectales en la LSM, a menudo los intér-
        pretes y sordos consideran que cuanto más se aprendan señas de distintos lugares
        y grupos, será mejor.

               El recorrido hasta ahora esbozado pone de relieve un conjunto amplio y di-
        verso de contextos sociales donde las señas están a disposición de los sordos «re-
        cién llegados» a la comunidad. Con el paso del tiempo, estas opciones se han mul-
        tiplicado de manera importante. Sin embargo, la «oferta» social actual no es como
        «a la carta» en donde cada persona observa las opciones y elige libremente si desea


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