Page 332 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 332
Gabriel Tolentino Tapia
no sabía por qué es sordo. En 2019 Rodrigo estaba comenzando sus estudios de ni-
vel primaria, aunque ingresó desde los 4 con el preescolar. Virginia se separó de su
pareja, el padre de Rodrigo. Se conocieron en la corporación de policía de la Ciudad
de México. Cuando terminaron su relación decidieron hacer una división de gastos
y de responsabilidades. Ella estaba cubriendo los gastos de colegiatura y él los de
transporte, además de ocuparse de llevar y traer a Rodrigo a la escuela, sin embargo,
cuando su trabajo se lo permite, ella también se encarga de los traslados a la escuela.
Cuando su padre se encarga, van en automóvil propio; cuando es turno de Virginia,
se mueven en transporte público. Dado que me pareció una distancia considerable
entre la escuela y la casa, pregunté a Virginia sobre sus experiencias diarias de viaje:
— ¿Cuánto tiempo se hacen hasta acá para venir a la escuela? (entrevistador)
— De los Reyes la Paz (Estado de México) hasta acá como dos horas, una y media sin tráfico
(Virginia)
— De venir hasta acá, ¿tienen dificultades? (entrevistador)
— Muchas veces lo económico y el tiempo. Yo quisiera no trabajar para traerlo diario (Virginia)
Lo complicado para ella es gestionar los tiempos entre su empleo y la es-
cuela de Rodrigo. Trabaja un día entero y descansa dos. El día que entra a trabajar,
debe estar presente en la corporación una hora antes del horario oficial, esto es a las
05:00 a. m. Al día siguiente sale aproximadamente a las 10:00 a. m., de modo que en
realidad trabaja más de un día entero. Lo ideal sería que inmediatamente saliendo
de la corporación acudiera a su domicilio, sin embargo, tiene otras ocupaciones a
lo largo del día. Enseguida de salir del trabajo debe trasladarse a toda prisa para
recoger a Rodrigo a las 02:00 p.m. Después, llegando a la casa, debe hacer de comer
y apoyarlo en sus tareas escolares, por lo que duerme hasta en la noche. Virginia
puede pasar más de 24 horas sin dormir. Al otro día lo lleva a la escuela o si está muy
cansado, solicita a su padre que lo haga.
Antes de decidirse por el IPPLIAP buscaron una escuela cerca de su casa en
el municipio de Los Reyes la Paz, Estado de México, aunque no corrieron con mucha
suerte. Virginia recuerda que no encontraron una «escuela especial». No obstante,
considera que los esfuerzos económicos, de tiempo y hasta físicos implicados en las
largas jornadas de traslado han valido la pena. Virginia siente que además de resolver
el asunto de la comunicación, Rodrigo es más autosuficiente y «hasta más alegre»,
pues intentó inscribirlo en una escuela de oyentes, pero sufría mucho, comenta.
Virginia es una de las madres de familia que, por su trabajo y las distancias
332

