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Socializaciones, politización y desencantos biográficos




                 «Fijar» el curso de vida de las personas sordas y de sus familias al sustrato
          de la estructura económica y social, se consagra aquí como un «mecanismo» que
          contrarresta: 1) los juicios de valor  generalizados en torno de aquellas  familias
          poco o nada involucradas con la lengua y comunidad de sus integrantes sordos y;
          2) las perspectivas sociales y académicas, por cierto abundantes, que en el mismo
          acto sustraen o disipan la base material-social y romantizan la construcción de las
          identidades sordas culturales, lingüísticas y politizadas. 154  En mi opinión, la «razón
          oyente» refiere a la imposición de concepciones y de relaciones de orden normativo,
          audista y capacitista, pero también al hecho de que, en el afán de solidaridad o de
          empatía, se reduce la comunidad a la trama de vínculos entre seres armoniosos.


          3. Roberto «a mí sí me gustaría defender a los Sordos»


          Partiendo del estándar oficial nacional, los jóvenes son quienes oscilan entre los 12
          y los 29 años. Abrevando de este criterio, los jóvenes serían el grupo más amplio
          con el que realicé entrevistas. 155  A diferencia de los niños a quienes en su mayoría
          conocí por medio de la escuela o el sitio religioso, con los jóvenes tuve acercamiento
          a través de grupos y lugares más diversos: en múltiples escuelas, distintas religio-
          nes, en eventos culturales y políticos, en asociaciones civiles y también mediante la
          técnica de «bola de nieve».

                 Esta característica es indicativa acerca de cómo conforme avanza la edad, las
          personas sordas tienden a inscribirse en más grupos y lugares. Además, a diferen-
          cia de los niños quienes suelen estar más acompañados de sus familias, los jóvenes
          sordos expresan una mayor autonomía. Sin embargo, aunque pudiera parecer para-
          dójico, este atributo no significa que su participación dentro de distintos grupos y
          lugares de la comunidad sorda sea más intensa. Similar a los niños, aspectos familia-
          res y económicos entran en juego, aunque también cuestiones como la adscripción
          religiosa y el momento de pérdida de la audición.


          153   La expresión de «nos trabaja la ardilla» anteriormente citada, estaría refiriendo no exclusivamente a una capacidad
              intelectual, sino al resultado de un proceso educativo que ha culminado en la adquisición de títulos académicos.
          154   Vale la pena recordar que en la introducción hubo oportunidad de indicar cómo dentro de la abundante y creciente lite-
              ratura sobre «estudios Sordos» en todo el mundo, la investigación de los marcadores de clase social ha sido sumamente
              limitada. También se argumentó que la promoción antropológica y lingüística de las dimensiones culturales e idiomáticas
              como principios de diferenciación, ha dado poco lugar al análisis sociológico de las relaciones de clase y de desigualdad
              no sólo entre oyentes y sordos, sino también entre sordos como parte constitutiva de su comunidad.
          155   Realicé 22 entrevistas con jóvenes y 36 con adultos ubicados entre los 30 y 60 años. Las entrevistas de adultos mayores
              fueron 8.

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