Page 338 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 338
Gabriel Tolentino Tapia
Entre los jóvenes que conocí en el Centro Clotet, la mayoría expresan que
sus círculos de socialización con otros sordos están supeditados al contexto escolar,
aunque también se observa que este sitio comienza a sobrepasarse para llevar el
encuentro a tres ámbitos interrelacionados: las amistades, el deporte y el noviazgo.
Es ahí donde los jóvenes comienzan a revelar autonomía con respecto de su familia.
Dejan de ser acompañados para llegar al bachillerato e incluso a la secunda-
ria y al mismo tiempo comienzan las salidas en pareja o con las amistades luego de
las clases o durante los fines de semana. Muy similar a los jóvenes oyentes, las pla-
zas comerciales se vuelven sitios cotidianos de socialización. Se incrementa el uso
del espacio público, pero también ahí se ejercen distinciones y elecciones de orden
comunicativo. Por ejemplo, en el cine es común que elijan películas con subtítulos,
lo que influye en la elección de la plaza comercial, el cine y el horario. Roberto men-
ciona algunas plazas donde llegan a encontrarse: plaza Buenavista y plaza Delta.
Por otro lado, las fiestas también han pasado a formar parte de sus espa-
cios de socialización, a donde acuden estudiantes del Centro Clotet, pero también
de otras escuelas, incluso sordos que no están estudiando. Con este tipo de eventos
se densifican las redes sociales tendidas entre los jóvenes sordos. Además de las
amistades que se forjan a través de sitios formales como las escuelas o informales
como las fiestas, estos contextos son propicios para hallar pareja, a menudo también
sorda. De esta manera, la socialización, la comunicación y la identidad se vinculan
con los procesos de búsqueda y consolidación de las relaciones de pareja. Roberto
recuerda cómo fue su experiencia en este tema:
— ¿Cómo conociste a tu novia? (entrevistador)
— ¡Uy!, en el 2011… fui a su casa a una fiesta de disfraces, en noviembre. Vivía muy lejos, en el
Estado de México, en Ecatepec de Morelos, en Río de los Remedios, la línea B del Metro. Llegué
ahí y platicamos, platicamos. Se llama Carmen. Ella no sabía nada de señas y por mímica plati-
caba con los sordos y ella se sentía como desplazada. En 2016 más o menos otra vez nos volvimos
a ver, nos contactamos, entonces ella aprendió señas y le pregunté que cómo aprendió y me dijo
que a los 13 comenzó a investigar en una forma profunda y empezó a aprender las señas, empezó
a tener contacto con sordos y en 2017 comenzamos a ser novios. Llevamos tres años, un mes de
novios (Roberto).
Es común que los sordos se encuentren después de años porque finalmente
terminan por acudir a los mismos lugares, en ocasiones por contacto de amigos o
compañeros de la escuela. En Carmen se trata de una cuestión genética, dado que
su hermana es sorda, aunque ella adquirió esta condición sensorial tiempo antes.
338

